En las primeras horas del año nacieron dos niños y un niña en los hospitales compostelanos

j.?g. santiago / la voz

SANTIAGO

Álvaro Ballesteros

02 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

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El primer nacimiento del año en Santiago ocurrió a las 7.35 de la mañana de ayer. Fue un varón, que pesó 3,890 kilos, y el alumbramiento se produjo en la maternidad del hospital Clínico. También en el Clínico, a las 10.43, veía la luz otro varón. En medio de ambos, en el hospital La Rosaleda se alumbraba la primera niña, Uxía, a las 9.50, que pesó 3,280 kilos.

Uxía es hija de Francisco Javier Montero Cabanas, que regenta el restaurante El Tragaluz, y de su esposa María Teresa Iglesias Basanta. Son de Mondoñedo, pero desde hace varios años residen en Santiago.

Previsto la víspera

Que el parto de María Teresa se produjese ayer fue una sorpresa, tanto para ellos como para el propio hospital, donde a finales del 2013 no estaba programado ninguno para el día de Año Nuevo. Porque María Teresa salía de cuentas el día 31, que era cuando contaban que sucediese el feliz acontecimiento. Pero pasaron las horas sin novedad. Mientras, La Rosaleda había asistido los dos últimos partos del año 2013 casi seguidos, a primera hora de la tarde del día de Nochevieja.

El Tragaluz tenía prevista una cena con clientes, y abrió con normalidad. Francisco Javier acudió a trabajar como otra jornada cualquiera. A última hora, María Teresa, que se encontraba bien, incluso se animó a acudir hasta el restaurante y acompañarle para tomar las uvas a medianoche y mantener así la tradición un año más.

«Un nome galego»

El restaurante cerró a las 2.30 de la madrugada, y Francisco Javier regresó a casa. Al poco tiempo, sobre las 5.00, María Teresa rompió aguas de forma natural. Entonces se desplazaron hasta la maternidad de La Rosaleda, que habían escogido como lugar del nacimiento, y donde a las pocas horas el parto ocurrió de forma natural. Madre e hija se encuentran bien, y por la mañana atendían las primeras visitas. En principio esperan que mañana les den el alta y regresar a casa.

Francisco Javier explicaba que, si en vez de niña fuese niño, se llamaría seguramente Gabriel, por una tradición familiar.

Pero cuando les confirmaron que el sexo era femenino decidieron ponerle «un nome galego», y entre ambos eligieron el de Uxía.

«Acertamos», manifestaba con sorpresa Francisco al comentarle que era la primera compostelana del año, una circunstancia que no sospechaban.