Tanto ella como su familia tuvieron siempre claro que estudiaría en un centro ordinario, porque con razón afirma que de lo contrario «non so te limita, senón que a xente non te coñece». Y es que la convivencia con la diversidad es fundamental, no solo para lograr una mayor aceptación, sino para que todos hagan suya la problemática.
Aunque le correspondía el colegio Lamas de Abade, finalmente tuvo que acudir al de Vite, y lo mismo ocurrió con el instituto, porque el Rosalía, al ser un edificio histórico, no estaba adaptado. Estudió secundaria en el Xelmírez I, pero su padre tuvo que hablar con el personal de obras del Concello para que le rebajasen los obstáculos del camino. Luego llegó la carrera de Derecho. Tuvo el apoyo de profesores y compañeros, a excepción de un docente que le limitó el tiempo para hacer un examen. Después, ocho años trabajando, la puesta en marcha de VIgalicia, que lucha por la vida independiente de este colectivo, años preparando las oposiciones a justicia, y el paro.