Ay si la terminal fuese desmontable y trasplantable

xosé m. cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

14 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Las declaraciones de la ministra Ana Pastor tachando de superflua la nueva terminal de Lavacolla, a la que se le ha dedicado una inversión que bien pudo ir para otra localidad más respetable, ha encendido los ánimos de la ciudad. De las palabras de la titular de Fomento se desprende una nimiedad del Aerosantiago que se ha comido inmerecidamente cerca de 200 millones de euros (coste de la terminal y de las demás mejoras).

Ha estado de moda recientemente, al hilo de la crisis, la emisión de reportajes a lo largo y ancho de la geografía española sobre las inversiones innecesarias, y Lavacolla no figuró en ninguno de ellos. Quizás ese importe en otro aeródromo sí hubiese aparecido. El recinto aeroportuario compostelano es santo y seña en el occidente español y los datos corroboran su estratégica situación. Pero claro, algo falla para que ese potencial cierto se escurra y los viajeros prefieran aguardar su vuelo con un oporto en la mano.

Pese a todo, Lavacolla es autoridad contrastada en el noroeste. Las números hablan, y no marujean. En el fútbol se suele replicar que las estadísticas están para romperlas. Y es cierto, se rompen con suma facilidad porque el balón es redondo y entra o no entra. En el transporte aéreo hay factores y cualidades que anclan el pasaje y lo multiplican a poco que se trabaje lo que hay entre manos. Esto último es la segunda parte omitida en el berrinche de Ana Pastor. Se lo recordó en una serena misiva el Foro Cívico Empresarial. La ministra se cebó, además, con Lavacolla y ni siquiera ha puesto puntos suspensivos o etcéteras, que también existen.

La diatriba verbal de Pastor hace a la ciudad cruzar los dedos por lo que pudo ser y no fue. Lo que nos viene a decir es que si el proyecto de la terminal lo empollase hace dos o tres años su política y no la de Pepe Blanco, el huevo saldría huero. Visto así, fue un golpe de fortuna que se adelantara el de Palas de Rei, porque le ha visto un futuro a Lavacolla que coincide con el de las instituciones de la ciudad. Mala suerte para la ministra. Otra vez será.

Dispendio

Pero las declaraciones de Pastor, tamizadas en el escenario compostelano, invitan a frenar el optimismo en el proyecto de la otra terminal, la del Hórreo. Una visión tan rotunda sobre el aeropuerto de Lavacolla eriza los cabellos sobre lo que pueda suceder en el área ferroviaria. ¿Cuál será la medida del dispendio aplicado a la estación del AVE? ¿Dónde pondrá la barrera inversora? Siempre puede albergar el Hórreo una encantadora estación de bolsillo.

Recordando el «otra vez será» de unas líneas atrás, la ministra tiene ahí una oportunidad de oro para vengar el «despilfarro» de Lavacolla. Por lo pronto, ya no hay ni sombra del viejo proyecto ni del arquitecto ganador del concurso de ideas.

Pero no perdamos el hilo aéreo. El clúster de Hostelería y Turismo ha traído a su Foro al director del Sa Carneiro de Oporto, Fernando Vieira, un hombre acostumbrado a mirar sonriente los toros gallegos desde su privilegiada barrera. Mientras en la comunidad galaica la chequera se mueve lábil, en el perenne escenario de la competitividad pagada y no la complementariedad, para afanarse vuelos sin importar que haya cromos repetidos, Vieira desgrana ufano la experiencia de Oporto. «Inalcanzable», sentencia el director del Foro, José Antonio Liñares, que implora acuerdos y soluciones viables.

La Xunta, entretanto, abrió un período de «reflexión» con Ryanair en la pista de despegue y Reyes Leis anunció un capote a la aerolínea a cambio de nuevos destinos. Si la chequera vuela por otros ámbitos, Santiago no puede ser flor de santidad. A ver qué dice Ryanair.