Panorama, la orquesta brutal

nacho mirás SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

La formación musical presentó en la fiesta de San Lázaro su gira 25 aniversario

20 mar 2013 . Actualizado a las 18:36 h.

Es tal la potencia de la Panorama que San Lázaro va camino de destronar a Santa Bárbara, patrona de la Artillería, cada vez que la formación riega por aspersión con sus 40.000 vatios de sonido. La orquesta presentó su gira 25 aniversario, bajo el título Remember Tour, en la explanada del campo de fútbol, flanqueada por un geriátrico, dos hoteles y una urbanización con trescientas familias.

Quitando el detalle de la ubicación -que no es menor para quienes no pudieron pegar ojo hasta pasadas las tres y media de la madrugada- la Panorama iba a San Lázaro a darlo todo y lo dio; solo faltó Samantha Fox bajando en ultraligero. Todo se andará.

Los de Lito, cabeza pelada y visible del espectáculo, arrancaron después de las once y media, aunque la comisión los había anunciado para las diez. Una vez que se abrió el telón, ya no hubo compasión. Como acostumbra, la primera parte de espectáculo fue interpretación, un homenaje al cine de los últimos 25 años con el Joker de Batman como hilo conductor. Superman cambiándose en una cabina, la sombra de Elliott y ET sobre una luna llena enorme... Y, de repente, el ovni de Encuentros en la Tercera Fase despegando hacia el infinito con una hidráulica y un alumbrado sobrenaturales.

Sonó We are the world, canción icono de una época; resucitó por un rato Michael Jackson. Como son excesivos en todo, también a la hora de expresarse: La Panorama es al taco lo que los bares del Franco a la tapa. Lanzan al público los exabruptos más zafios como quien les echara pienso, solo que radiados con tanta potencia que los «carallos» de Lito se escuchan en Boqueixón. Y los fieles que los siguen a todas partes, legión, braman y aplauden entregados. «¡Panorama, oé!».

En estilos, le pegan a todo, como si se hubieran tragado una sinfonola y regurgitaran las canciones en lista aleatoria. Los vocalistas lo mismo se transmutan en Tito el Bambino y Marc Anthony, tremendos con «y te vendes como víctima inocente», que se arrancan con el Vals de las mariposas.

Se desgañitan para que la gente baile y sude, pero muchos se quedan pasmados, con la boca abierta, viendo uno de los despliegues más brutales del universo verbenero. «Una noche de cooopas, una noche loooca, besé otros labios...». Si hay que calentar al personal con Yuridia, la reina mexicana de la balada, pues se calienta, así exploten.

Entre pieza y pieza, la ingeniería no para: pasarelas tripuladas que se despliegan sobre el público, el ovni que aterriza y despega, cápsulas aéreas con gente... Fontanería hidráulica de primera división.

Y, como una jaculatoria recurrente, los «arrecarallos» de Lito Garrido Dopazo, que son poesía recitada, solo que con la monda.

Mucha versión chimparachitumbadalle de clásicos revisitados. «¡Mentirosaaaaa!». Los bajos son tan brutales que a la gente de San Lázaro se le movía la vajilla. Es la Orquesta Panorama, y es brutal.

«¡Queremos ver a todo dios coas mans na cabeciñaaaaa!». Lito se expresa así, a la brava, sin eufemismos. En un concierto de una de las orquestas tótem de Galicia uno puede descubrir vibraciones en órganos que ni sabía que tenía.

Cuidan al máximo -dentro de su línea, que es un poco diferente de la que trabaja la Filarmónica de Viena- la puesta en escena, la lentejuela, la media y las carnes Tanto le zumban que ayer, en un momento de apoteosis, la macropantalla que tienen de fondo en el escenario se fue a la carta de ajuste y colapsó. No pasa nada, los de Lito no se detendrían así Fenosa les cortase la luz.

Sin complejos

La pantalla volvió, flamígera, para alumbrar una de las canciones más reiterativas de la historia de la humanidad: Girl on fire, de Alicia Keys. No anunciaron esta vez las llaves perdidas de un Corsa, aunque sí el embarazo de una cantante. El momento Camilo Sesto fue igual de celebrado que de breve: que un vocalista te diga a la cara que es mendigo de tus besos, que es tu amigo y que quiere ser algo más que eso es una cosa que hay que vivir para sentirla. Es imperdonable el sacrilegio reggeton perpetrado sobre las cenizas de Nino Bravo. El descanso sobre la una y media fue la paz que antecedió a un apocalipsis cantado.