Desvalijan y arrasan el área de recreo de Portodemouros

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol ARZÚA / LA VOZ

SANTIAGO

El recinto, abandonado desde hace años, se quedó sin equipamientos

11 mar 2013 . Actualizado a las 16:41 h.

Se lo llevaron todo. No dejaron ni para la caridad. Las imágenes que ilustran esta información hablan por sí solas. Reflejan un panorama desolador, el que se abre a los ojos de cualquiera que visite lo que queda del área de recreo deportiva que mira desde Arzúa al embalse de Portodemouros. De las competiciones deportivas que en mejores tiempos se disputaron en el pantano solo pervive el recuerdo, al que evocan en el lugar carteles como los que anunciaban las pruebas de piragüismo celebradas en el verano de 1997.

Están tirados en el suelo de la cafetería del que funcionó como albergue, un inmueble por el que parece haber pasado la brigada de obras de un conocido programa televisivo de reformas a domicilio. Pero nada de eso. Tampoco era necesario. Las instalaciones estaban perfectamente equipadas, amuebladas y hasta decoradas. «A la última», cuenta Eduardo Brandariz, presidente de la asociación Terras de Ulla e Tambre, el colectivo que agrupa a la mayoría de las empresas de la zona vinculadas con el sector turístico. De dos meses a esta parte, alguien -no se sabe quién- empezó a desvalijar paulatinamente cada estancia del albergue, desde la cocina hasta el salón, pasando por el cuarto de camas y los baños.

Hasta se llevaron las ventanas, los pomos de las puertas, el pasamanos y los halógenos. «Ahora están empezando a quitar las piedra de la fachada y la madera del techo. Si vienes en 15 días, ya no queda nada», observa e intuye Brandariz. Como tampoco queda prácticamente nada en el pañol donde se almacenaban las piraguas, las barcas, las canoas, las bicicletas y hasta una furgoneta. El desmantelamiento de las instalaciones fue la gota que colmó el vaso del más absoluto de los abandonos; el de un recinto que, después de años sin mantenimiento, «está a monte», como dice la empleada de una gasolinera cercana. «Unha pena porque gastáronse moitísimos cartos», lamenta la mujer. Llegaron de Europa, a través del programa Leader, que en la zona gestionó Ader, una asociación vinculada al extinto Instituto de Desarrollo Comunitario de Galicia.