«Trabajar en el Canal de Panamá era una oportunidad»

SANTIAGO

Este gallego trabaja desde el 2011 en unas nuevas esclusas en Panamá. Toda la familia se trasladó a Ciudad de Panamá

02 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Una invitación de la constructora en la que trabaja Rubén Estraviz para participar en un nuevo proyecto de esclusas en el Canal de Panamá convenció a este ferrolano de origen, aunque compostelano de adopción, a cruzar el charco e instalarse junto a su familia en el país Latinoamericano. Él llegó en marzo del 2011 y, cinco meses más tarde, se le unieron su mujer, quien renunció a su puesto como informática de sistemas en el Área TIC de la USC, e hijos. Tras unos duros meses de adaptación, en la actualidad disfrutan del contacto con la naturaleza que ofrece el destino y siguen desde la distancia la actualidad del Obradoiro.

-¿Qué les empujó al traslado?

-(Marta Cereijo) A Rubén se le brindó esta oportunidad que nos pareció realmente interesante al tratarse de un proyecto único a nivel internacional. Además, aunque no influyó, se da la casualidad de que su bisabuelo ya había trabajado en el Canal de Panamá hace décadas. Rubén llegó a conocerlo cuando era niño, al vivir su familiar hasta los 102 años, y pudo escuchar sus historias sobre la dureza del clima tropical y las condiciones en las que se trabajaba en las antiguas obras. Supone un aliciente especial el participar en un proyecto que formará parte de la historia familiar vivida en distintas generaciones.

-¿Cómo es el trabajo allí?

-El puesto de Rubén es duro al exigir mucha responsabilidad y una dedicación casi constante. El calendario laboral de Panamá incluye los sábados como día laborable y las jornadas diarias también son más extensas. Éltrabaja una media de 14 horas.

-¿Cómo es la vida en Panamá?

-La verdad es que se vive bien, aunque hay que tener cuidado con la tasa de delincuencia, que es bastante más alta. Por otra parte, el clima es muy húmedo y caluroso durante todo el año. Aquí solo existen dos estaciones, la seca, que se prolonga de enero a abril, y la lluviosa, que se caracteriza por tormentas fuertes y que dura el resto del año. Luego tenemos la selva tropical, con una flora y una fauna espectaculares. Nosotros vivimos en Ciudad de Panamá, pero en su límite, en una zona rodeada de naturaleza. Es impresionante despertarse con los cantos de decenas de aves tropicales. En nuestra área hay colibríes, tucanes o perezosos. Aunque, también, serpientes, ranas venenosas y muchos, muchísimos insectos. Sobre todo, mosquitos.

-¿Fue difícil la adaptación?

-Sí, los primeros meses fueron tremendos. No conocíamos la ciudad, ni sabíamos a dónde ir a comprar. Pero poco a poco conocimos gente que nos hizo el aterrizaje más liviano. Para nuestros hijos, de 9 y 7 años, también fue duro, sobre todo para el mayor, que nos pedía constantemente regresar a Santiago. Echaban de menos su colegio, a sus amigos... Todo cambió a partir de las primeras navidades, cuando volvimos y se dieron cuenta de que todo seguía igual. Ahora, cada vez que vamos, se despiden con un 'nos vemos en las próximas vacaciones'.

-¿Qué se echa más de menos?

-Principalmente, a la familia y a los amigos. Pero también añoramos nuestra casa, las delicatesen de la gastronomía gallega, poder pasear tranquilamente por Santiago o, incluso, la sensación de frío. E ir a Sar a ver jugar al Obradoiro. Somos parte de los obradoiristas espallados por el mundo. Eso sí, como mantenemos nuestros abonos, durante la Navidad no faltamos a la cita con el Miudiño.

-¿Se ven de vuelta?

-Sí, aunque todavía no tenemos fecha. Una vez se termine el proyecto decidiremos qué hacer.

Si quiere dar a conocer su trayectoria en el extranjero escriba a santiagoweb@lavoz.es