Lala Brooks: El mejunje temerario que dio como resultado magia pura

nacho mirás SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

30 oct 2012 . Actualizado a las 11:27 h.

Hay dos momentos del 2012 que permanecerán en la memoria musical de Compostela. El primero lo protagonizó Tom Jones en A Quintana, donde la lluvia impertinente fue, si acaso, un aplauso líquido, un redoble por aspersión. El otro es el concierto que Lala Brooks ofreció en la Capitol, y no precisamente sola, sino en compañía de otros. Cuando la comunión entre una diva y sus músicos rebosa el escenario y consigue chorrear al público, entonces se produce la magia. Y fue eso lo que ocurrió el sábado: magia. La propuesta sonaba temeraria, por mucho que en los sesenta se hiciera así: buscar una banda en pocos días, conformar un coro, mandarse las partituras, ensayar lo que dé tiempo, batirlo todo y conseguir que el plato resultante sea lo suficientemente presentable como para cobrarlo a veinte euros. Pues el mejunje no solo no le estalló en las manos a sus responsables, sino que el resultado es digno de los mejores libros de cocina. El mérito fue de todos, empezando por la propia Lala, que se abrió en lo musical y en lo personal como un libro; de esa especie de Pierce Brosnan ajaponesado y elegante que es su director musical, Mitchell Yoshida; de los coros de Paty, Carla y Noelia dirigidas por Ramón Bermejo, alma del Coro da Rá; de esos negros do país que son los Allnight Workers (Roi, Néstor, Santi, Nando, Jorge y Martín); de las maracas y la pandereta del chaval Alfonso Espiño, que lo gozó; y de la producción impecable, en definitiva, de A Reixa y Raíña Productions. ¿Saben cuando a uno, con los años, le gusta chulearse de que asistió a un gran concierto mítico? Pues yo no voy a esperar tanto: Yo estaba allí.

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