«Cuando llegué a Santiago me pareció un pequeño Oxford»

Elisa Álvarez González
elisa álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOÁN A. SOLER

Dice que las mujeres siguen siendo pocas en las cátedras universitarias

15 oct 2012 . Actualizado a las 11:57 h.

No puede ocultar su vocación docente cuando responde pausada y aclarando cualquier detalle. No en vano dice que lo que más le apasiona de la investigación «es su difusión, que la sociedad haga un uso útil de lo que sabemos los investigadores». Carmen Guisán Seijas es de A Coruña, pero llegó a Santiago hace más de cuatro décadas, así que puede decirse que sabe de una urbe que conoció de pequeña, de visita con su padre, cuando los camelios estaban en flor, «un lugar con tantos árboles con flores me pareció una ciudad delicada, sensible y alegre».

Catedrática de economía, una de las primeras de la facultad junto con María Xosé Rodríguez Galdo, sabía que sería economista. A finales de los sesenta solo cuatro facultades la ofertaban en España, así que se fue a Bilbao, «era encantadora, una ciudad con muchas oportunidades, muy dinámica, y con una facultad muy abierta». Tras finalizar la carrera se planteó dos caminos, ir a Londres a ampliar estudios, que estaba muy de moda, o conocer la nueva facultad de Economía que tenía Galicia. Se decantó por esta última opción. Y la conoció en sus múltiples sedes, en los barracones que había en el lugar del Auditorio de Galicia, en lo que ahora es Farmacia, en el pazo de Fonseca, y ya en la ubicación actual. Cuando llegó tras finalizar sus estudios en Bilbao a Santiago, «lo encontré como un remanso de paz, me parecía un pequeño Oxford español, una ciudad con muchas posibilidades para la reflexión sosegada, y de una buena relación interior dentro de la universidad». Un encanto que en parte se ha perdido, «sobre todo ese ambiente de cooperación. Se hizo una universidad más agresiva y con una mal entendida competitividad».

Logró la cátedra en el 87. Eran pocas entonces las mujeres que lo conseguían «y seguimos siendo pocas». Justo en la anterior convocatoria se rompió esa barrera psicológica para denegar la cátedra a las mujeres. «Las mujeres cualificadas nos fuimos acumulando, y en la oposición anterior a la que yo gané nos presentamos cinco mujeres y un hombre. Ya no quedaban hombres de alta cualificación sin la cátedra, y las mujeres estábamos todas ahí esperando», cuenta.

Las mujeres en la facultad

Sea por el motivo que fuere, lo cierto es que en el área de econometría las mujeres son mayoría, y eso que «a los hombres los tratamos muy bien». Lo achaca a dos motivos. Por un lado es una materia que las atrae. Por otro cree que cuando la persona que dirige el equipo es una mujer «ellas se sienten igual tratadas, y cuando es un hombre puede ser que sí, por supuesto, pero puede ser que no».

Santiago ha cambiado a lo largo de los años, ha ganado y ha perdido. Los turistas son un enorme valor económico para la ciudad, «pero era delicioso entrar en la praza de A Quintana y que no hubiese nadie», dice Carmen. La catedrática es partidaria de mantener Compostela como epicentro gallego de esta atracción turística, pero lograr que una vez aquí, los visitantes se dispersen por otras localidades gallegas, con el doble objetivo de descongestionar la ciudad e incrementar los viajeros del resto de urbes.

Ella se queda con Santiago, en donde la historia, la modernidad y la ciencia logran aunarse en escenarios tan reducidos como el elegido para una foto.