«Cuidamos mucho la materia prima»

nacho mirás SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Doce se completa con la apertura de DoceAbastos en la Plaza

19 may 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuenta Miguel Gil (Marín, 1975) que cuando, hace siete meses, él y su equipo pusieron en marcha la pastelería Doce, en San Pedro de Mezonzo número 46, muchos les decían que «no era el momento». «Pero yo sí creo que era el momento -explica- mi momento, por mi edad, por motivos personales, porque nadie hace lo que nosotros hacemos».

Ayer, en la Plaza de Abastos, Miguel inauguraba la segunda pata de Doce, DoceAbastos, una tienda diferente situada en los puestos números 45 y 46 del bloque primero. «No hay tradición en España de instalar pastelerías en los mercados, -relata Gil- pero en Francia, por ejemplo, sí que hay grandes pasteleros situados en estos espacios».

Ubicarse en la Plaza tiene un doble objetivo: por una parte, llegar al turista que, difícilmente, acabará paseando por San Pedro de Mezonzo; por otra, llegar a los miles de compostelanos que acuden a este espacio, precisamente, en busca de lo selecto, de lo mejor. Miguel explica que la suya es una apuesta clara: por la calidad y por el sabor. Y que, aunque sus diseños se salen de lo habitual, en Doce se consideran pasteleros tradicionales. Usan Valrhona, considerado como el mejor chocolate del mundo. Y tratan de huir de la sacarosa, que sustituyen, por ejemplo, por azúcares de caña o mieles. Doce dispone de un apartado sugar free, pensado para que los diabéticos también puedan disfrutar de la pastelería. A diferencia de la tienda de San Pedro de Mezonzo, en DoceAbastos no tienen helados.

¿Y una pastelería así es cara? Miguel Gil cree que sea así. En este sentido, dice que en la mayor parte de los establecimientos las tartas se venden al peso, pero ellos venden por pieza, para que no haya sorpresas en la báscula. «Hay gente que cree que vendemos barato para el tipo de pastelería que hacemos», concluye.

miguel gil pastelero

«Tratamos de convencer con calidad y sabor, ofreciendo algo diferente»

Miguel Gil