El de Rúa Nova de Abaixo abrió en septiembre y ha limitado las altas
26 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Santiago cuenta con dos clubes de fumadores que suman 1.060 socios. El más numeroso con diferencia es el Club de Fumadores O Chisqueiro, que se constituyó el pasado mes de septiembre y para sorpresa de sus socios fundadores alcanzó los mil socios en tiempo récord. El segundo, Bonche, está en Rosalía de Castro y comenzó su andadura en el 2004. Entonces el local estaba abierto al público, pero con la aprobación de la Ley antitabaco Bonche cerró la parte de hostelería y se transformó en un club de acceso exclusivo para sus 60 socios.
Los fundadores del club O Chisqueiro se vieron sorprendidos con la respuesta de los compostelanos y, según comentó su tesorero Roberto Ramos, la directiva cerró las nuevas incorporaciones para no tener problemas con el aforo de su sede social de la rúa Nova de Abaixo. «No se dan nuevas altas mientras no se produzcan bajas», explica Ramos. Entre sus socios hay muchos jóvenes y estudiantes universitarios que aprovechan el salón del club para estudiar acompañados del tabaco. «Es que en las bibliotecas no se puede fumar», dicen. Pero, no solo de jóvenes se nutre O Chisqueiro, también tiene un 15 % de socios mayores que «acuden en la sobremesa para echar la partida fumando». Entre los socios hay no fumadores, que van «a ver los partidos o una película, jugar a las cartas, al futbolín o cenar con sus amigos fumadores, porque se pueden traer la comida o pedirla por encargo». La idea de fundar el club surgió entre un grupo de amigos hartos de ver «como tenían que salir a la calle».
Bonche y O Chisqueiro solo tienen en común el tabaco y que se trata de colectivos sin ánimo de lucro. El de Rosalía de Castro tiene aspecto de club inglés, con aire colonial, y en él se rinde culto al puro y a la pipa. En sus butacas rojas se celebran tertulias cada tarde. Su presidente, Manuel Mosquera, defiende el placer de fumar un puro en compañía de amigos, mientras insiste en que el «fumador de puro nunca traga el humo, lo saborea». Alfonso Balo, gerente del club, explica que tienen socios de entre 24 y 65 años de Santiago, Galicia «e incluso de Madrid». En la sede se celebran comidas, catas de vino o sesiones de cine clásico con acceso exclusivo para sus socios.