La farmacéutica más guapa de Galicia

Por Pablo Portabales

SANTIAGO

04 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Fui de vinos a la catedral de Santiago. Sí, soy uno de los pocos afortunados que puede presumir de haber catado un mencía y picado berberechos y navajas (un maridaje un tanto extraño) en el mismísimo claustro catedralicio. Enseguida les doy más detalles de esta experiencia única con la que despedí noviembre. Antes les hablo de una joven viguesa que conoce muy bien Compostela porque estudió Farmacia en su Universidad. Se llama Angélica González Pérez y nació en México. Hija de padres emigrantes, cuando aún no sabía andar ya estaba en Galicia. «Ahora allá voy de vacaciones», apunta esta joven de 25 años, 180 centímetros de altura y 85-61-91 de medidas. Estos datos figuran en la página web oficial del certamen de Miss España en el que Angélica lució con notable éxito la banda de Miss Pontevedra. La verdad es que no he perdido el tiempo en investigar el asunto, pero creo que es la primera farmacéutica que opta al título en la larga historia de certamen. «Desde pequeña siempre me gustó el concurso. Lo veía en televisión. Durante la carrera, que acabé en julio, no me planteé presentarme, pero cuando me quedaba una asignatura decidí dar el paso adelante», recuerda desde la farmacia de Elisa Sabín en la calle Baiona del vigués barrio de Coia, donde trabaja prácticamente desde que este verano dejó Santiago con el título bajo el brazo. En la final nacional celebrada el pasado fin de semana en Sevilla logró pasar varios cortes hasta situarse entre las 12 finalistas, pero no superó esta fase decisiva. «La verdad es que pensé que iba a pasar. Creo que tenía posibilidades y fue una desilusión. Me llevé un chasco grande», se sincera la farmacéutica más guapa de Galicia.

Desde que tenía 15 años su imponente figura le sirvió para participar en desfiles o protagonizar catálogos de moda y dice que le gustaría «seguir haciendo cosas de moda, pero de los concursos ya paso». En cuanto a su otra carrera, la de farmacéutica, dice que espera hacer otra cosa que despachar y le gusta el sector de los ensayos clínicos y trabajar en un hospital. Se ríe cuando le pregunto si en la botica se nota un incremento de clientes jóvenes con presuntas dolencias. «No es para tanto, lo que más hay es gente mayor». Seguro que a más de uno que circule por la avenida de Castelao de Coia le va a entrar un repentino dolor de cabeza y va a precisar encontrar rápidamente una farmacia. Si este es su caso, le informo de que es pasando la rotonda de Alcampo a la izquierda.

Vino en el claustro

Me cuentan que Carlos Núñez renunció a gran parte de su caché cuando le dijeron que se trataba de actuar en la catedral, donde parece ser que nunca antes había tenido la oportunidad de hacer sonar sus flautas y su gaita. El miércoles por la noche lo hizo con motivo de la espectacular presentación del proyecto Ponte da Boga Expresión Histórica, una serie limitada de los vinos de la Ribeira Sacra propiedad de la recién constituida Corporación Hijos de Rivera, como indicó en la propia ofrenda al Apóstol José María Rivera, consejero delegado de la empresa, que colabora con los actos del 800.º aniversario del templo y con su restauración. La última pieza que tocó Carlos Núñez, acompañado por el organista de la catedral Joaquín Barreira, fue un lujo que será difícil de repetir. «El vino alegra el corazón», dijo el deán, y exarchivero, José María Díaz, que habló de la histórica vinculación entre la Iglesia y la vid. Tras la sesión de botafumeiro, siempre espectacular, llegó el momento de catar el vino y los originales pinchos que sirvió en el claustro de la catedral el equipo de Abastos 2.0, uno de los restaurantes de moda en Compostela. Berberecho con alga, navaja, un mejillón con queso que no acabé de entender, y sushi de pulpo y mango. Todo muy moderno y original, pero me hubiese gustado estar al lado de Pepe, el de la fabulosa vinoteca O Beiro, en cuyo local estuve antes de entrar en la catedral y donde saludé a estrellas Michelin como Pepe Solla o Crujeiras, de A Estación de Cambre. Digo que me hubiese encantado conocer su versada opinión sobre maridar el Ponte da Boga con los citados pinchos en cuestión. No sé. Tomé un par de originales y deliciosos trozos de manzana 2.0 y salí por Platerías, sin rastro del Códice Calixtino, con la sensación de haber vivido una noche única e irrepetible. Por la autopista, de vuelta a casa (no me dio tiempo de llegar a la cata vertical de Raventós i Blanc que coincidió en día y hora con este acto de Estrella Galicia), me acordé con tristeza de mi admirado amigo el cardiólogo Manuel Penas Lado, que el domingo pasado perdió la vida en esta misma carretera. El lunes fue incinerado en el tanatorio de Pereiró de Vigo, cerca del lugar donde esta misma semana encontré a la farmacéutica más guapa de Galicia.