Circo, truchas y rock and roll bailarán sobre las tumbas

tere lenza SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

El espectáculo será en el cementerio de Bonaval a las ocho

10 ago 2011 . Actualizado a las 21:08 h.

Un ciclón de provocación, malabares y música hará que vibrar los nichos vacíos de San Domingos de Bonaval. Y es que Cia Fas presentará hoy allí su espectáculo de Circo, truchas y rock and roll dentro del Festival de los Abrazos, donde desarrollan su concepto de grupo circense con el de concierto musical.

La idea creativa empezó a gestarse en septiembre del 2008, cuando Agustín López, Francisco Cruz y Jorge Silvestre se pusieron a crear bajo la dirección de Rolando San Martín. Actualmente Silvestre se encuentra trabajando con el Circo del Sol y el show se completa con los malabares y el ingenio de Dani Sánchez. El proceso de creación fue largo, de meses. Agustín cuenta que uno de los momentos claves fue cuando se puso un bombo en la cabeza y pidió a sus compañeros que le tirasen cosas. Su máxima es crear algo nuevo y distinto, donde ponen un pedacito de sí mismos. El guion es como una road movie: «durante un viaje de amigos pasas muchas cosas, averías, paradas, anécdotas...». El concepto de ciclón es otra de las bases de su proyecto. «Un ciclón es cíclico y arrasa con todo, y de ese proceso de destrucción hace que surja la creación». Lo de las truchas tiene un porqué: «¿Por qué no?». Dice Agustín que es lo que les une, «nos gustan a todos», bromea.

El show

La actuación consta de tres núcleos: el guión mismo, donde cuentan como se conocieron; un texto «sobre rock» en el que se incluye un número de clown y piano (con sorpresa) y un espectáculo de malabarismo donde lanzan mazas contra un bombo y las recogen en el aire. Sobre este, Agustín asegura que «lo inventó Dani: yo lo veía entrenar y pensaba que estaba loco, pero le salió». Uno de los pilares del montaje es la música, que está presente durante toda la actuación, no hay un momento de silencio. Los temas que suenan van desde el trash metal hasta la Marcha Turca de Mozart.

El ritmo de la obra varía a lo largo de toda la actuación, «empieza con energía fuerte y luego acaba con tranquilidad, como con música de Amelie». Dani nos desvela que «hay un poco de todo, de ternura a casi violencia, pero siempre con buen rollo». A diferencia de otros montajes circenses, en este la interacción con el público no es parte de él, aunque sí buscan la complicidad y el apoyo.

Se trata de una propuesta original, fresca y algo surrealista que transmite el colorido del circo y la potencia del rock.