El pop británico levanta el mentón y saca las uñas

SANTIAGO

The Vaccines, The Horrors y Arctic Monkeys protagonizan un esplendoroso primer semestre del 2011 en Inglaterra

22 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

| En este mundo hipercomunicado resulta estupendo girar la vista a Montreal y ver su escena rock en ebullición liderada por Arcade Fire. También perderse por el colorido neoyorquino de Vampire Weekend y sus secuaces. O estirar el oído hasta Melbourne y encontrar joyas como Cut Copy. Sin embargo, cuando se piensa en pop, la mente viaja por inercia a una ciudad: Londres. Y allí, en la gran capital de las melodías y los estribillos, hacía ya tiempo, al menos desde The Libertines, que no surgía un grupo tan prometedor como The Vaccines.

Las excelencias de su álbum de debut, What Did You Expect From The Vaccines?, han servido para que la prensa británica los considere «la banda inglesa más excitante desde los Arctic Monkeys». Se trataba de un secreto a voces. La colección de singles que lanzaron en el año pasado -Wreckin? Bar (Ra Ra Ra), Post Break-Up Sex e If You Wanna- reunía todo lo que se le puede pedir a una banda de pop primeriza: descaro juvenil, nervio eléctrico y, sobre todo, canciones enormes. Estas trataban temas como la espiral de culpabilidad del sexo posruptura o esa eterna sensación de «bueno, ya sé que estás con otro, pero que sepas que la puerta está abierta». Todo con el ritmo y el tempo justo, en un cruce de caminos entre las melodías de los grupos de chicas de los sesenta, los Ramones y los Jesus and Mary Chain. Todo con la solvencia precisa como para que cientos de fans terminasen frente a ellas como quien le pide a su espejo que se convierta en pura música.

¡Voilá! Los chicos volvieron a tener así banda sonora, ese alimento espiritual que ha convertido al pop en el mejor psicólogo-amigo-confesor de la juventud desde los cincuenta a esta parte. Este disco, que aquí en España se ha quedado en un discreto segundo plano -no innova, no rompe, no abre caminos? solo emociona-, supone para muchos el repuesto a la caída irremisible de The Strokes y un motivo para ondear la alicaída bandera inglesa.

Algunos medios sostienen, en efecto, que no se recordaba tanta excitación desde el debut de los Arctic Monkeys. Pero ni por asomo se debe interpretar eso como un codazo a la banda de Alex Turner. No, porque el cuarto trabajo de los monos árticos, Suck It And See, demuestra que atraviesan también un particular momento dorado.

Definitivamente, hay vida más allá de Whatever People Say I Am, That?s What I?m Not, su impactante disco de debut. Los Arctic Monkeys dibujan así un contundente gesto de silencio para los que los trataron como un perecedero producto de temporada. Mucho más relajados, contenidos y melódicos, en su nueva obra los de Sheffield desprenden aromas de clásico británico por los cuatro costados. The Kinks, Pretenders, Stone Roses o Echo & The Bunnymen, por ejemplo, flotan en el aire, pero su vigencia resulta totalmente contemporánea y personal. Los Arctic Monkeys son ya una referencia en sí mismos que a su brillante pasado suma maravillas como Suck It And See, Reckless Serenade o Love Is a Laser. Estas se enmarcan entre lo más dulce que hayan compuesto nunca y cuentan con su contrapunto roquero en Brick By Brick, Don?t Sit Down ?Cause I?ve Moved Your Chair y Library Pictures.

El triángulo de este particular semestre de ensueño lo cierran The Horrors, cuyo tercer paso los confirma como una de las bandas más solventes del momento. Tras el sobresaliente Primary Colours grabado con Geoff Barrow (Portishead), ofrecen ahora un Skying con el que quieren llevar la contraria a quienes atribuían la excelencia del álbum exclusivamente al productor. Menos incisivo y roquero, más psicodélico y oscuro, los chicos de Faris Rotter proponen un viaje sensorial a través de un disco que atrapa al oyente como arenas movedizas. Lo hacen desde el enredador single, Still Life, con sus claroscuros y sus espirales a cámara lenta, y continúan mirando al kraut-rock en Moving Futher Away, a la gloria pop manchesteriana de Dive In o la neblina gótica de Wild Eyed, dejando entrever un largo recorrido para este elepé.

Sí, la Inglaterra pop -sus bandas y todas las sensaciones que estas emiten- reclama una atención que parecía perdida. El sismógrafo vuelve a registrar excitación. Celebrémoslo subiendo el volumen al máximo.