La directora de la Cocina Económica, Ester Seoane, recogió ayer el premio Jacobo Maiz, de manos de María Luisa Fontaíña, viuda del médico fallecido hace dos años y en cuyo honor se creó este galardón. El premio fue otorgado para reconocer su labor de ayuda a los más desfavorecidos. Los responsables de los patrocinadores del premio, la Clínica Maiz y la Fundación La Rosaleda, recordaron que «cada día las necesidades son mayores» y que «no hay que ir muy lejos para ayudar a quienes lo necesitan».
Ester Seoane agradeció la ayuda en un momento «complicado» para la entidad, que sufre doblemente las consecuencias de la crisis. Apuntó que se enfrenta, por un lado, a la falta de medios; y, por otro lado, a un aumento de los usuarios provocado por la prolongada crisis que afecta cada vez a más familias.
Al acto asistieron numerosas personalidades de la política local y autonómica. Entre ellos estuvo el jefe del Ejecutivo gallego Núñez Feijoo y el ex presidente de la Xunta, Gerardo Fernández Albor, quien destacó el trabajo de las personas de la Cocina Económica que «diariamente hacen posible el funcionamiento de la Cocina Económica» y que gracias a este premio, podrán «continuar su labor» sintiendo que cuentan con el «reconocimiento de toda la sociedad compostelana».
La Cocina Económica se creó hace un siglo para dar comida a los más necesitados y, con el paso de los años, se ha ido adaptando a los tiempos. Según explicaron los responsables de la Clínica Maiz, «si hace un año la media de comensales en Santiago rondaba los 80, en los últimos meses se ha llegado a los dos centenares». La situación de crisis ha incrementado también el número de personas de clase media, los denominados «pobres vergonzantes» a quienes el paro y la finalización de ayudas les obligan a acudir a la Cocina para buscar productos de primera necesidad para «poder dar de comer a sus familias en casa».