«¿Como estar tranquilo si ya te hablan de Chernóbil?»

Por Olga Suárez

SANTIAGO

El fotógrafo gallego David Rodríguez Toro ha compartido durante esta semana con una periodista de La Voz sus impresiones y sus temores por una situación que lo pilla lejos de si Galicia natal, aunque tiene el apoyo de su familia japonesa

20 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Si mañana jueves las cosas mejoran me podría acercar a Tokio pero no lo garantizo, ahora estoy bastante asustado: David». (Twiter) El accidente nuclear provocado por la catástrofe del tsunami del pasado viernes ha inundado de miedo las calles de la capital japonesa y la mayoría de sus habitantes han optado por no salir de casa ante la amenaza de la radiación. Esto es lo que más los asusta, más que las constantes réplicas del gran terremoto que cambió la vida de los japoneses el pasado viernes, 11 de marzo. A los temblores parece que ya están acostumbrados, pero no al miedo y la incertidumbre de un tragedia nuclear. Esta amenaza es la que está provocando un éxodo masivo, sobre todo de los expatriados, los ciudadanos de otros países que tienen su residencia fijada en Japón.

Muchos han decidido huir, tras la paralización de la vida cotidiana y después de que sus países de origen recomendaran salir de la zona por no estar garantizada su seguridad. Otros prefieren quedarse y estar con el país que los acoge «en lo bueno y en lo malo». Es el caso de David Toro, un joven lucense que se casó hace seis años en Lugo con una mujer japonesa y que vive desde entonces en los alrededores de Tokio, donde trabaja de fotógrafo de moda. El día que se inició el seísmo que desencadenó esta tragedia, David tuvo suerte. Por la mañana tuvo una sesión de fotografía en el piso 47 de un edificio de la ciudad. Pero cuando la tierra empezó a temblar, él ya estaba en la calle. Día tras día, ha compartido con este periódico sus impresiones y sus temores por una situación desconocida que lo pilla lejos de su Galicia natal, aunque acompañado por su familia japonesa.

Viernes 11: Los pájaros locos

«Estamos en la calle. Las alarmas empezaron a sonar y toda la gente empezó a correr hacia los parques. El edificio de al lado casi se derrumba». Los movimientos sísmicos no son novedad en esta zona del planeta, pero el que llegó el pasado viernes fue mucho más fuerte que los anteriores. «Justo enfrente de mí había un edificio de 45 pisos y no sabes qué miedo viendo cómo se movía, he grabado un vídeo». En las imágenes que David tomó con el móvil no se aprecia bien el movimiento de ese rascacielos; pero sí el pánico de la gente, los gritos en un país donde se habla mucho más bajo que en Occidente y, sobre todo, que en España.

Aquellos fuertes movimientos de tierra habían provocado un tsunami al norte del país y las olas gigantes se llevaron por delante calles, puertos, aeropuertos y todo lo que se cruzaba en su camino. En Tokio tampoco fue un terremoto más. «Los teléfonos no funcionan, tampoco los trenes. Sospecho que mucha gente va a tener que dormir en las estaciones porque este es un país en el que se depende mucho del tren y de momento está parado». Este primer temblor lo pilló en Ueno, distrito donde se encuentran algunos de los centros culturales más importantes de la capital, entre ellos el Museo Nacional de Tokio, el de Arte Occidental, el Museo Nacional de Ciencia de Japón o el parque Ueno. Las zonas verdes servían de refugio ante la amenaza de derrumbe, pero la naturaleza tampoco quedaba impune ante este fenómeno natural. «Los pájaros del parque hacen cosas rarísimas y la gente les está haciendo fotos». «Si lees esto y puedes llamar a mi padre te lo agradecería».

Sábado 12: indignación

«Estoy bastante molesto después de leer en la prensa que la Embajada española tiene localizados a todos los españoles en Japón. Nadie se ha puesto en contacto ni conmigo ni con muchísima gente que conozco. Además, llamas a la Embajada y al ser fin de semana solo te sale un contestador en japonés». Mientras, espera a ver cómo se desarrollan las noticias que llegan sobre la amenaza nuclear. Hay pocos datos pero la población extranjera empieza a abandonar el país. «Tengo vergüenza ajena, parece que están solo para lo bueno; sin embargo, ahora que este país necesita la ayuda de los extranjeros, estos se escapan».

Y es que David Rodríguez Toro no es un emigrante más. Casado con una mujer japonesa, que conoció hace ya años durante su estancia en Londres, vive más de cerca la cultura asiática que cualquier otro español que se haya trasladado a la zona exclusivamente por motivos laborales. Muchos de ellos ni siquiera llegan a aprender el idioma local, ya que el inglés les abre todas las puertas. No es el caso de David, que asiste habitualmente a clases de japonés. Al menos hasta esta semana, pues de momento el país ha parado la actividad y él vive pendiente de los cortes de luz que obligan a interrumpir durante horas el transporte ferroviario en un país en el que el tren es imprescindible para moverse de un lado para otro.

Domingo 13: pánico en la tele

«Hoy amaneció un día precioso con una luz superbonita. Pero llegó el primer terremoto de magnitud 6 y se levantó un viento enorme. Y unas nubes grises cubren ahora todo el cielo». David ha decidido salir lo menos posible de su casa, hasta que se normalice la situación. «Cada vez que salta la alarma en la televisión me entra pánico». Los cortes de electricidad se amplían a varias zonas de la capital japonesa. Eso sí, las interrupciones de electricidad están totalmente organizadas para que todos puedan hacer sus salidas y regresar en tren y, sobre todo, para tener cargados teléfonos, ordenadores y demás aparatos. David siente la necesidad de estar permanentemente informado a través de Internet y de no perder la posibilidad de retomar el contacto con España. «Tengo un mareo constante y la sensación de estar moviéndome todo el rato».

Lunes 14: Tokio despierta

«Parece que se está estabilizando todo y los privilegiados a los que no nos pasó nada estamos volviendo a la vida normal». Mientras Japón intenta recuperar la rutina, Occidente informa alarmado de la tragedia nuclear que puede llegar tras el tsunami. ¿Cómo se puede mantener la calma si se habla de un desastre comparable al de Chernóbil? David recupera parte de su rutina, asistiendo a sus clases de japonés. Parece que los únicos preocupados son los extranjeros y, quitando las horas en las que se va la luz, la ciudad va despertando. Lo que no puede hacer es retomar sus sesiones fotográficas «Se han cancelado todas, por los cortes de luz».

Desde Galicia, la familia de David intenta convencerlo para que vuelva, pero él de momento prefiere «esperar a ver qué pasa». Eso sí, ha decido incluir la mascarilla a su vestuario habitual. Por prevención que no sea.