«Me fastidia el ombliguismo gallego»

La Voz

SANTIAGO

06 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

En un mitin en la pequeña localidad granadina de Armilla Blanco tira de Galicia para sus argumentaciones. Al día siguiente en Sevilla vuelve a mirar hacia sus orígenes. «Tengo un inmenso orgullo de ser gallego, de ser de Galicia, que es algo que no noto en Feijoo y mucho menos en Rajoy», suelta. «No es que me caiga mal Rajoy, me parece simpático, pero inconsistente», matiza.

Sin embargo, con el paso del tiempo Blanco le reconoce al líder del PP un consejo al poco de que Zapatero ganase las elecciones. «Sé ministro, eso te cambiará la vida, me dijo, y tenía razón, me ha cambiado mi manera de verlo todo». Quizás no muy consciente de las palabras empleadas, explica por qué el presidente le dio una cartera ministerial. «Me nombró ministro de Fomento porque sabe que me gusta y controlo el territorio. Yo no quería ser ministro, pero él quería darme esa satisfacción en señal de gratitud antes de dejar de ser presidente».

Ante tal revelación se impone hurgar en la herida. Blanco calla. Se podría decir que su estado es el de agazapado. Se diría que guarda la esperanza de que Zapatero se lo repiense y anuncie que se presenta de nuevo en el 2012. Pero si no es así, solo «a día de hoy, Rubalcaba sería nuestra mejor baza, incluso para ganar a Rajoy», dice. Si eso ocurriera, el ministro de Interior lideraría también el partido, no habría bicefalia, advierte.

¿Y la opción Chacón?

Blanco opina que la ministra es ambiciosa y solo ha querido decir que está ahí. El de Lugo en cambio no dice nada sobre sus posibilidades, pero después de 55 horas con él no sería posible asegurar que no se haya imaginado en la Moncloa. Él lo niega, si no no estaría agazapado. «Estoy ante un puzle de decisiones, unas pueden desencadenar otras», es lo único que se le puede arrancar después de preguntarlo de múltiples maneras.

Al pie de la escalinata de acceso a las dependencias del Consejo de Ministros, Blanco cree que ha llegado el momento de hacer una revelación.

«En la última remodelación de Gobierno -octubre pasado-, el presidente me ofreció ser ministro de la Presidencia y no acepté. Quería que me viniese a la Moncloa para estar más cerca de él y lograr una mayor coordinación. Pensó en Ramón Jáuregui para Fomento, pero yo no acepté, aunque estoy muy satisfecho del ofrecimiento, pero también de poder seguir en el ministerio». «¿Y por qué no acepté? Porque si lo hubiera hecho los proyectos de infraestructuras diseñados para Galicia podrían dejar de hacerse. Así de claro».

La revelación se queda en el coche y él accede a ser fotografiado subiendo la escalera donde hace dos años posó por primera vez como ministro. «No me gusta», insiste, seguro de que dicha escena será interpretada entre los miles de ojos y orejas que circulan por la Moncloa de múltiples formas.

«De Galicia me fastidia el continuo lamento, el ombliguismo que estoy viendo, la falta de unidad», contesta así a la pregunta de si la Xunta podría ser su objetivo. Pero a falta de respuesta clara, solo cabe decir que en eso Pepe Blanco también está agazapado, esperando a que las piezas se muevan, a que el tiempo haga su decantación natural.

En esa evolución del destino, él tiene sus propias apuestas personales incluso para los futuros inquilinos de la Moncloa. El lendakari Patxi López y el secretario general de los socialista de Castilla y León, Óscar López, son para Blanco, también López, dos buenas opciones de futuro.

¿Y el suyo propio? Dar el salto a la empresa privada es algo que le ronda la cabeza desde hace tiempo, pero la política le gusta demasiado. Un telegrama de Sarkozy felicitándolo por su gestión de la crisis aérea causada por el volcán islandés es uno de sus trofeos, como la ampliación de la estación de Atocha, «licitada e inaugurada por mí, pese a que a ningún ministro de Fomento le da tiempo a inaugurar sus obras», aunque exprima tanto su agenda que 55 horas puedan parecer el doble. «Hoy necesito una siesta», confiesa.

LECTOR COMPULSIVO. El periódico de su tierra es el primero al que Blanco se asoma cada día. Otros ocho económicos y nacionales van cayendo entre su casa y el ministerio, donde le espera alguno más.

El PRESIDENTE le ofreció en octubre el MINISTeRiO DE LA PRESIDENCIA y que jÁuregui pasase a fomento

se reconoce ante un puzle de decisiones, en el que los actos de unos le pueden llevar a él a otros