El aprobado está muy caroNuevo formato de presentación

xosé m. cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

06 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Las espadas están en alto en esta precampaña y lo que no se sabe es cómo bajarán sobre el cuerpo del adversario. El portavoz del grupo popular, Gerardo Conde Roa, sí cree saberlo y ha avanzado que el filo va a ser una campaña del grupo socialista contra él. El candidato conservador está «seguro» de que Sánchez Bugallo guarda algunas bazas bélicas. Y lo dijo en una conferencia de prensa, para amplificar sus temores. «Quere acabar conmigo a través de críticas persoais, profesionais y políticas».

Habría que ver que encierran esos epígrafes acusadores, porque Conde los dejó velados. Por tanto se desconoce el fundamento del preventivo mensaje y las razones de su emisión pública.

Curiosamente, el fuego lo abrió el popular Ángel Espadas al comunicar el hallazgo de una factura de un ágape electoral del PSOE entre un fajo de recibos municipales. Una acusación muy grave. Y un descuido serio. El envío de la factura a nombre del Concello fue un error del hotel en el que se celebró el yantar, que se subsanó sin tardanza, y el pagador fue el grupo socialista. Pero al PSOE le enfureció la salida a la palestra de Espadas al suponer que su misión fue sembrar la duda. El edil popular, por contra, observa aún contradicciones.

Las facturas las carga el diablo. Si este incidente constituye el primer round de la pelea electoral, o el segundo si se computa la expulsión de Conde Roa, evidentemente la lid promete ser muy dura y reñida, puesto que ni siquiera estamos en los aledaños de la campaña legal.

Esa llama la aviva inevitablemente cada encuesta que sale a la luz pública, porque sus resultados (apelables en mayo) generan nerviosismo y movimientos convulsivos. Desde los albores del año la serenidad es un artículo de lujo.

Sin aprobados

El barómetro de Sondaxe ha vuelto a expresarse, y sus mediciones removieron un poco el escenario mostrado a mediados del mes de diciembre. Uno de los movimientos detectados es que no hay ningún aprobado en Compostela. Bugallo está a unas pocas décimas de alcanzarlo, pero creó noticia al bajar de los cinco puntos.

Y la creó porque siempre ha estado en el grupo de los más valorados de Galicia, y esa reválida la volvió a superar a finales del 2010. Pero mientras los regidores de Lugo, Ourense y Pontevedra salieron airosos del test de estos días, Bugallo falló alguna pregunta. Es de imaginar que ahora mismo estará repasando sus respuestas para ver dónde han estado los errores. Es más visible, no obstante, el signo de advertencia que el tramo perdido, unas escasas décimas.

Sus dos rivales en la parrilla de salida, Gerardo Conde y Rubén Cela, han fallado bastantes más preguntas. Ni que copiaran los exámenes uno del otro, ya que ambos comparten la nota del 3,78. Los compostelanos les exigen mucho más en el plano individual.

En el colectivo salta otra de las novedades, la tendencia al alza del PP, que se sitúa en buen lugar para el asedio de la plaza municipal. Pero no cabe olvidar que en esa inmejorable posición se colocaron anteriores candidatos conservadores, y lo sabe bien Conde Roa por experiencia propia, sin lograr su objetivo de entrar triunfante en el primer despacho de la ciudad. El reto para los populares es claro.

Aquí juega un papel esencial el BNG, que parece erigirse en la dovela clave del arco bipartito. Los escaños que sumen o pierdan los nacionalistas tienen todas las trazas de marcar el destino de la dirección municipal. La encuesta de Sondaxe deja el futuro del gobierno del pazo de Raxoi al albur de las bolsas de votos ocultas cuyo contenido, de vaciarse, pueden arrojar resultados imprevisibles. Las que ahora afloran en los sondeos consolidan la coalición de gobierno.

El trecho que queda por recorrer hasta los comicios locales arrojará bastantes más pistas.

Bugallo se presentó en sociedad. No fue una ceremonia al uso, de esas en las que el candidato lanza un mitin incendiario y las palmas se escuchan en la avenida de Lugo. Fue un acto interactivo, en el que fue bombardeado a preguntas por gente del público y del otro lado de los muros, a través de Twitter y el correo electrónico. Nuevos formatos para nuevos tiempos, ya en período de eslóganes.