Ángel Olarán nació en Hernani, pero se fue a África poco después de ordenarse sacerdote, hace cuarenta años. Desde 1992 trabaja en Etiopía como misionero, con los padres blancos. El lunes estuvo en A Coruña y ayer en el Museo Pedagóxico de Galicia para hablar de la realidad de Wukro, la ciudad en la que está, y del futuro en Etiopía. Antes de su charla, Ovidio Fernández presentó el tráiler del largo Shoots from Abyssinia, que comenzó a rodar este verano en Etiopía.
-¿A qué viene a Galicia?
-A agradecer los apoyos que recibimos y a hablar de los problemas en Etiopía, temas de primera urgencia como los de salud, la falta de comida, de educación y de agua. Estamos intentando conseguir que el agua de lluvia que cae sobre Wukro quede allí, y hay posibilidades de reforestar con poca ayuda económica.
-¿Cómo empezó su labor?
-Cinco hermanos quedaron sin padres, empezamos a ayudarles y ahora hay 1.300 huérfanos. Muchos padres han muerto jóvenes por el sida o alguna guerra. Ahora los antirretrovirales son gratuitos y la gente ya no muere de sida.
-¿Le sorprenden las adopciones de niños etíopes?
-Me parece muy encomiable el deseo de muchos padres de formar familia con los niños de allí. A esos niños los veo felices porque tienen la seguridad de una familia y eso vale mucho; allí les falta ese apoyo familiar.