Vasileiadis se regala un galardón de MVP para celebrar su cumpleaños

M. G. R.

SANTIAGO

15 mar 2010 . Actualizado a las 20:16 h.

Cuando Kostas Vasileiadis ve el aro como una piscina, las opciones de victoria del Obradoiro crecen exponencialmente. El alero griego se reencontró ayer, en la víspera de su vigesimosexto cumpleaños, con su mejor versión. Sobre todo en un primer cuarto impecable en el tiro: una canasta de dos, tres triples y dos tiros libres sin fallo.

A la conclusión del encuentro, el jugador heleno evitó sacar pecho. Que las victorias del equipo casi siempre hayan coincidido con alguna actuación estelar suya «no es importante porque lo que cuenta es ganar. El que gana es el colectivo. Hacen falta cinco o seis triunfos más para salvar la categoría. Eso es lo que cuenta».

En esa línea, atribuyó el resultado ante el Lagun Aro al buen trabajo defensivo de todo el grupo y a haber movido el balón con paciencia en ataque, hasta buscar buenas posiciones.

Aprender y sumar

Al analizar los malos momentos que atravesó el conjunto santiagués al inicio del último cuarto, comentó: «Algunas veces se nota más el cansancio, no se consigue jugar tan bien, baja la defensa, hay algo más de relajación... Pero lo más importante es que ganamos. Ahora tenemos que ver qué cosas hicimos bien y cuales no y, en el siguiente partido, intentar jugar mejor para seguir sumando».

Vasileiadis fue una de las grandes sensaciones del campeonato en el primer tercio. Después bajó notablemente su producción y ahora lleva de nuevo dos partidos rindiendo a un alto nivel. También en este caso asume la trayectoria con naturalidad: «Esto es muy largo. Algunas veces juegas bien y otras no. Yo estaba cansado, jugando muchos minutos. Ahora me siento mejor. Yo solo quiero que mi equipo gane, y eso es lo que intento».

A su buena mañana de cara al aro, Vasileiadis añadió cuatro robos de balón que contribuyeron a elevar la autoestima del equipo y su nivel de confianza en momentos puntuales. Hacia el final, y con el resultado ya virtualmente decidido, azuzó el júbilo en la grada. Enardeció a los seguidores, que tenían ganas de recuperar el sabor de un triunfo después de dos largos meses de travesía en el desierto.

Quizás no hubo marea blanca, pero sí una gran ola blanca, porque fueron muchos los espectadores que acudieron a Sar vestidos con los colores del equipo.

También proliferaron las pancartas. Y quedó para el recuerdo una de las más bonitas estampas cuando cientos de bufandas extendidas convirtieron las gradas en un mosaico del Obradoiro CAB.