En Compostela hay 25 niños a la espera de una familia de acogida

SANTIAGO

Actualmente otros quince chavales viven con once padres acogedores en Santiago, Ames y Teo

19 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Las familias de acogida son una opción temporal para decenas de menores de edad de Galicia, que cumplen con unas condiciones estrictas que no dependen exclusivamente de ellos sino también de sus padres biológicos. No todos los niños que son tutelados por la Administración terminan en los programas de Acogida Temporal, que en el área de Santiago gestiona la Cruz Roja; muchos de ellos son derivados a centros de menores donde permanecen hasta que sus padres pueden volver a hacerse cargo de ellos o alcanzan la mayoría de edad.

En el caso de las familias de acogida, las normas son casi idénticas, pero con la diferencia de que los menores comparten su día a día con familias estructuradas y en las que pasan a ser un miembro más del núcleo familiar. En Santiago, Teo y Ames hay actualmente quince niños que viven con once familias acogedoras (algunas tienen grupos de hermanos) de forma temporal. El número de familias que participan en el programa es claramente insuficiente, todo ello a pesar de que otras 18 familias aguardan en una lista de espera para acoger otros menores.

Aunque en la actualidad hay 25 menores esperando una familias y otras 18 familias están dispuestas a recibir un menor para ser acogido temporalmente, el problema radica en que los niños tienen que ser asignados a familias que cuenten con un perfil determinado para cada menor.

Uno de los grupos más difícil de asignar es el formado por hermanos y, según explicó Marta Pintos, trabajadora social del programa, «cuantos más hermanos, más complicado es la localización de la familia». En la actualidad, de los 25 niños que esperan una oportunidad hay cinco grupos con dos hermanos; dos más de tres hermanos; y, el más complicado de todos, un grupo de cuatro hermanos. Los restantes cinco niños precisarían de una familia individual. Incluso, en este grupo, la dificultad radica en el colectivo de los adolescentes.