Dos especialistas atienden una unidad de Medicina del Sueño en el Hospital La Rosaleda

La Voz

SANTIAGO

16 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La neurofisióloga Anabel Osorio y el neumólogo Andrés Vilas atienden desde esta semana la nueva unidad de Medicina del Sueño, que comenzó a funcionar en el Hospital La Rosaleda. Entre las prestaciones que ofrecen se incluye la polisomnografía, una prueba que registra una serie de señales fisiológicas mientras la persona duerme, entre ellas la actividad cerebral, el ritmo cardíaco, la respiración, la actividad muscular, los movimientos corporales, la posición del enfermo, la cantidad de oxígeno en sangre, los movimientos de los ojos y los ronquidos.

Esta prueba exige dormir en el hospital y dura unas diez horas: entre 30-40 minutos previos para colocación de los sensores que efectúan las mediciones y responder a un cuestionario clínico; otros 30-40 minutos al final, para retirar los sensores y aseo personal antes de reincorporación a la actividad habitual; y las 8 horas restantes, de noche, en las que la persona debe intentar dormir con normalidad.

Una vez analizados e interpretados los resultados, los especialistas dan al paciente el tratamiento más adecuado para su problema, que le permita recuperar la calidad de vida y evitar los perjuicios que provoca en la salud la falta de descanso.

Tratar con éxito

Según la situación de cada caso, el tratamiento puede consistir en unas simples pautas para favorecer conciliar un sueño reparador, hasta medicamentos y técnicas diversas que ayuden al paciente. «Prácticamente todos los casos se pueden diagnosticar y tratar con éxito», sostiene Anabel Osorio.

La actual crisis económica y sus consecuencias, como el incremento del desempleo, pueden afectar negativamente a la calidad y cantidad del sueño. Además, este problema de salud provoca ya dificultades a un 45% de la población, según diversas estimaciones. El insomnio, el síndrome de piernas inquietas y la apnea del sueño son los desórdenes del sueño más comunes. En España, un 30% de la población adulta y un 25% de la infantil padecen algún trastorno del sueño, y la excesiva somnolencia diurna afecta a un 5% de las personas.

Entre las consecuencias más nefastas de estas dolencias están el incremento de los accidentes de tráfico -se calcula su influencia entre un tercio y una cuarta parte de los que se producen- y laborales.