El cierre paulatino del céntrico parque por la noche ha desplazado el botellón al campus universitario
SANTIAGO
El Ayuntamiento ha puesto coto poco a poco a la celebración del botellón en la Alameda. Si bien inicialmente consintió ese uso, ha ido aprovechando los cambios en el recinto por otras cuestiones para desvincular esa actividad del parque más céntrico de la ciudad. Los primeros botellones de A Susana pronto fueron historia, tras la remodelación que se hizo en la Alameda, circunstancia que el Concello aprovechó para vallar ese espacio, lo que llevó parejo también el cierre posterior, siempre en horario nocturno, de los dos accesos del paseo de A Ferradura. Se vetaba así la movilidad nocturna prácticamente en todo el parque, salvo en el paseo central.
El cerco acabó desplazando estas concentraciones a la zona del Campillo, donde se celebró el botellón en los dos últimos años. Pero desde hace semanas también ese es un ámbito vedado. Está cercado tanto en sus accesos superiores como inferiores, lo que ha llevado a otro desplazamiento. Aunque la intención municipal es la erradicación de esta modalidad de ocio juvenil, los jóvenes mantienen sus concentraciones. Ahora ocupan los escalones de la avenida da Coruña que dan al Campillo y la zona del estanque del campus.