La noche de los Fuegos se alargó más allá del amanecer

La Voz

SANTIAGO

26 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Las miles de personas que saturaron con sus ganas de marcha la ciudad después de los Fuegos vencieron durante toda la noche al cansancio. Bien entrada la madrugada, los ríos de gente iban de un lado a otro haciendo eses entre las piedras del casco antiguo. Los jóvenes que invadieron el campus con el botellón reventaron las discotecas durante las horas de oscuridad. Con la claridad del día, algunos héroes seguían resistiendo la embestida de la fatiga.

A las nueve de la mañana, una céntrica discoteca santiaguesa estaba aún a rebosar, a pesar de que cobraban una entrada de diez euros. El local tenía previsto cerrar horas más tarde. Una noche muy larga que el gentío supo aprovechar antes de tomar los tradicionales churros que se desayunan cuando el alba te sorprende en la pista de baile.

Cerca de la plaza de Galicia, ya al mediodía, de otro local de marcha aún salían trabajadores a los que la limpieza intensiva les hizo alargar su horario laboral. Las discotecas y bares de copas de la ciudad se saltaron los horarios en una noche en la que el reloj perdió toda su autoridad.

Por el casco antiguo, mientras la manifestación del 25 de Xullo inundaba la Quintana, jóvenes y no tan jóvenes, que aún no habían acariciado la cama, paseaban por las calles con el brillo en los ojos y el color rojo en las mejillas. Bajando Cervantes, con dirección a la Quintana, un grupo caminaba entre carcajadas. Uno de ellos, guitarra en mano, modificaba los cánticos nacionalista para buscar la rima graciosa y, por momentos, una poética subida de tono.

Algunos de los que no quisieron poner tan pronto punto final al jolgorio se dejaron caer en la en la cantina que el café Literarios instaló en lugar de su habitual terraza. «Tenemos mucha gente, tanta como un día de concierto. Y muchos entran para ir al baño. Habrá que poner una máquina de tickets», ironizan Andrea y Rosa detrás de la barra de esta cafetería compostelana.

Quizás aún hoy, más de uno todavía no ha visitado su cama y sigue con dos o tres copas de más prolongando el desmadre de esta farra.