El Valedor revela trato «penoso» a los usuarios del viejo centro de menores

M. Cheda

SANTIAGO

Los internos dormían en «cuartelarías», sufrían fugas fecales, no tenían actividades y pasaban el tiempo «facendo nada»

17 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Con sede en la vieja residencia oficial del presidente de la Xunta, en Roxos, el centro de menores Xoán Vicente Viqueira desapareció el verano pasado, a pesar de que apenas habían transcurrido cuatro años y medio desde su inauguración. La Vicepresidencia da Igualdade e do Benestar lo clausuró entonces aduciendo sus deficiencias estructurales. Pero en la agonía de aquel complejo hubo más, una dura historia hasta ahora desconocida por la opinión pública. La acaba de revelar el Valedor do Pobo, a través de un amplio documento que, con vocación de diagnóstico, se titula Menores vulnerables: desprotección e responsabilidade penal.

Tras visitar el Xoán Vicente Viqueira en enero del 2006, los autores del informe escribieron: «Detectouse unha situación dickensiana», en alusión al inglés Charles Dickens (1812-1870), brillante narrador de las injusticias sociales, la pobreza... Además, sostienen que los chavales «eran tratados de forma penosa» y que las instalaciones «se encontraban en estado calamitoso». «En definitiva -sentenciaron-, non se cumpría ningunha das finalidades que a lei prevé e esixe».

Acerca del inmueble, de 349,9 metros cuadrados de superficie, en la referida publicación puede leerse: «Encóntrase nun importante estado de deterioración, presentando características de abandono, con amplas manchas de humidade no exterior e no interior dalgunhas dependencias, con graves problemas de tubaxes e, en concreto, de inundacións periódicas da fosa séptica, o que fixo que en diversas ocasións rebentasen as canalizacións de augas fecais, producíndose filtracións nalgunhas zonas da casa». A mayores, de los tres cuartos de baño, dos no funcionaban.

Pista «escangallada»

«Carentes de mobiliario -cadeira, mesa, mesa de noite- e faltas de decoración». Así figuran descritas las habitaciones de los usuarios. «Son cuartos ''cuartelarías'' que constan de somier e colchón», prosigue el relato. Más adelante, se cita una «escangallada pista con dúas canastras de baloncesto».

Ya en alusión al funcionamiento cotidiano del centro, el documento denuncia que carecía «dunha programación efectiva xeral e individual de actividades». «Non dispón -explica- de recursos propios para o desenvolvemento de tarefas formativas e lúdico-recreativas. O material didáctico é ''o que achegue cada educador'' e son escasos os libros e revistas». En el edificio sí había equipamiento informático, pero se reducía a un solo ordenador que ni siquiera permitía acceder a Internet.

La sala de estar, de acuerdo con la misma fuente, se empleaba «para facer pequenos talleres, pero non de forma programada nin organizada». De hecho, los chicos no solían participar en ellos. Al contrario, pasaban el tiempo «vendo televisión, o vídeo, xogando ou simplemente non facendo nada». Durante los fines de semana, la situación tendía a agravarse, dado que en sábados y domingos los responsables del complejo no ofertaban a las personas a su cargo «ningún tipo de actividade, nin no centro nin no seu medio». «Dos internos o día da visita [unha ducia], só un asistía a unha escola (polas tardes) e outro estaba traballando nunha carpintaría», se apostilla en otro pasaje del demoledor dosier.

El Valedor do Pobo vio la cosa tan cruda, que ya en aquel momento, sin aguardar a la posterior redacción del libro mencionado, abrió una investigación de oficio e incluso alertó sobre los males apreciados a la Fiscalía del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, al Xulgado de Menores da Coruña y al Gobierno autónomo. Adoptó dichas decisiones «na medida en que as deficiencias expostas puideran ser constitutivas de delictos e ter vulnerado os dereitos e liberdades dos menores».