El premio Nobel de Economía John Nash movilizó a la ciudad

SANTIAGO

La película «Una mente maravillosa» se basa en él; ayer dio una charla que provocóuna gran expectación en Compostela

22 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Un hombre menudo de hablar suave y mirada tímida llamado John Nash llenó Carreira do Conde de paraguas que colapsaron las aceras en peregrinación hacia el centro sociocultural de Caixa Galicia. La presencia del premio Nobel de Economía de 1994 convocó a una multitud que desbordó el auditorio, sus pasillos y todos sus rincones, para escuchar la charla Dinero ideal y dinero asintóticamente ideal . Su presencia fue suficiente para dejar gente fuera del recinto, porque su vida, marcada por la esquizofrenia paranoide, es sobradamente conocida gracias a la película que la narra, Una mente maravillosa , con Russell Crowe premiada con el Oscar a la mejor película del 2001.

Y eso que su discurso no fue fácil: en inglés -para los que no pudieron hacerse con un aparato de traducción simultánea-, sobre economía teórica y desde un punto de vista matemático. «El dinero solo existe porque la humanidad no vive bajo las condiciones del Jardín del Edén», aseguró con llaneza el científico, sugiriendo así que la moneda es imprescindible en las relaciones humanas, puesto que nunca se van a dar tales circunstancias ideales.

El matemático mostró su profundo desacuerdo con las políticas económicas keynesianas, que son las que triunfaron después del crac de la bolsa de Nueva York en 1929. Aún vigentes, consisten en fomentar el crecimiento de la economía de un país estimulando la inflación, es decir, el aumento de los precios. Pero para Nash, el dinero ideal es aquel que mantiene su valor en el tiempo, o sea, el que tiene una estabilidad absoluta. El dinero malo es el que pierde valor: por ejemplo, diez mil pesetas no eran lo mismo hace quince años que los sesenta euros de hoy; han perdido valor.

Estabilizar el dinero

De ahí que su propuesta pase por estabilizar internacionalmente el valor del dinero. Propone para ello algo completamente innovador. Después de la Segunda Guerra Mundial, el valor de las divisas se estabilizó fijando un tipo de cambio con respecto al oro. La crisis del petróleo en los 70 hizo que se abandonara este sistema por la disparada inflación. Nash propone que se fije el valor de cada moneda en función de un índice de precios de consumo industrial. Sería algo así como la llamada cesta de la compra que se utiliza para medir el IPC, pero en función del coste de los materiales que usan las industrias.

El dinero asíntoticamente ideal sería aquel con muy bajas tasas de inflación, que se aproximaría al ideal sin llegar a alcanzarlo nunca.

Las ideas de Nash sobre el equilibrio en los juegos no cooperativos han trascendido el ámbito de la economía. Ayer, el profesor Juan Nieto citó durante la presentación que hay aplicaciones en genética de poblaciones y biología evolutiva. Tanto él y el también profesor Jorge Mira, organizadores de ConCiencia, como el rector Senén Barro, el presidente de la Fundación Caixa Galicia Mauro Varela y el alcalde Xosé Sánchez Bugallo le dedicaron al matemático apelativos como «unha capacidade intelectual fóra do común», «una mente maravillosa y una persona maravillosa» y otros que John Forbes Nash acogía mirando hacia abajo, sin sonreír y ordenando sus papeles.