Carlos Asorey hizo realidad que la vida es magia y sueños

M. Beceiro

SANTIAGO

Santiago despidió al fundador del emblemático club Dado-Dadá

25 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

No podía esta ciudad permitirse el lujo de perderlo, pero se nos ha ido, en silencio, sin querer darle una oportunidad a la pena ni a la tristeza. Se nos fue como vivió, bueno y generoso, amigo de todos los que han querido tender su mano amistosamente y hasta de los que no, en silencio, en estado perpetuo de buen humor, con la palabra precisa y el corazón ensanchado, con sueños e ilusiones. Porque así de grande, y más, era Carlos Asorey, Carlos del Dado , como era conocido popularmente por el local que fundó en 1980 y que se convertiría en un espacio de música emblemático dentro y fuera de Galicia.

A lo largo de estos 27 años el Dado-Dadá no dejó de ser un espacio de referencia cultural con conciertos de todo tipo de musica, teatro, presentación de libros y otros. Desde la presentación de los primeros discos de Milladoiro desfilaron por su pequeño escenario grandes músicos tanto nacionales como internacionales, tales como Pedro Iturralde, Barry Harris, Raimundo Amador, Pablo Milanés, Ismael Serrano, Javier Krahe o Amaral; y artistas como Juan Tamariz, Anthony Blake o Pepe Carrol, entre otros muchos. Allí se hablaba solo de política cuando en el país la gente hablaba de política las 24 horas.

El Dado se convirtió en refugio de artistas, intelectuales y la bohemia compostelana durante muchos años. En el local de la calle Alfredo Brañas se forjaron las más bellas historias de amor y desamor, en todo este tiempo. Y todo ello bajo la discreta mirada y el elegante gesto de Carlos, convertido en perfecto animador cultural.

Padre y mecenas

Por ello, cuando la noticia de su muerte nos llegaba en la tarde del martes, a muchos compostelanos nos embargó un sentimiento de orfandad. Porque Carlos era padre y mecenas que abría puertas a todos. Ello posibilitó que en el Dado dieran sus primeros pasos nombres que hoy son grandes figuras de la música, el teatro o la magia, uniendo a artistas y magos en asociaciones. Gracias a ese espíritu suyo surgieron interesantes iniciativas no solo en su local, sino en Santiago y otras ciudades de Galicia, y festivales de magia y jazz como el Compos Jazz Festival.

Mas en Carlos sobresalía gigantescamente su dimensión humana. Hizo cierto que la vida es magia y el amor un truco, y se nos fue discretamente, como vivió, pero sin enseñarnos el truco para reparar sueños. Más allá de sus juegos de manos, uno se sentía muy a gusto con ese carácter de Carlos.

En los momentos más tediosos y difíciles aparecía como un reparador de ilusiones, como el personaje de la canción, siempre risueño, aflojando odios y apretando amores, convirtiendo todo lo sucio en oro. Y así es como llegaba Carlos al corazón de todos: de la persona, del pueblo y del universo.