«El pazo de San Lorenzo ya no es desconocido para los santiagueses»

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi SANTIAGO

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

El negocio de esta mujer consiste en que los compostelanos disfruten de la nobleza. Aunque sea por un día

24 may 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

?l pazo de San Lorenzo es una isla de piedra y nobleza en una ciudad histórica, pero en constante cambio. Se trata de un lugar en el cualquiera puede disfrazarse de aristócrata, aunque vaya de vaqueros y camisa. Y un sitio tan tranquilo que las agujas del reloj se vuelven perezosas y les cuesta avanzar. Hoy es un conocido espacio de encuentro en bodas, bautizos, primeras comuniones y cenas de empresa. Al frente de la gerencia está Charo, casada, con dos hijos. Una amante del ballet, de la lectura y del paisaje de A Curota, en Barbanza. -En 1993. Nos lo ofrecieron los duques y pensamos que había un nicho de mercado -¿Qué duques? -Los propietarios del pazo. Son los duques de Soma y Medina de las Torres. Viven en Madrid la mayor parte del año y vienen en vacaciones. -Pues con tanta cena no descansarán mucho... -Bueno, lo intentan. Ellos lo prefieren así. Son muy discretos y se recogen en la parte de arriba. La duquesa, que es muy devota, suele acudir a la capilla del pazo cuando hay una ceremonia, ya sean bodas, bautizos o comuniones. -¿Y la reconocen? -No, porque es muy discreta. Se sienta al final, sin decir nada. -Muchos ciudadanos tienen la sensación de que este es un lugar desconocido en Compostela... -Eso era antes. Al principio no se hizo una publicidad excesiva para mantener la privacidad del recinto. Era la estrategia que querían los duques, pero desde el año 2000 todo ha cambiado mucho. Ahora nos hemos metido más en la vida cotidiana de Compostela. Este lugar ya ha dejado de ser desconocido para muchos santiagueses. -¿Sabe que este sitio tenía fama de que se comía mal? -Creo que eso es exagerar. Tanto como mal, mal... Lo que ha ocurrido es que hemos tenido altibajos porque ha habido distintos niveles de cocina. Probamos con distintos restaurantes de Santiago. Digamos que ha habido una época de oscilaciones. -Que el público nota mucho, ¿verdad?... -Claro. Es lógico. -¿Y en qué ha cambiado esa faceta ahora? -Pues que hemos apostado por la cocina propia. Fichamos a José Manuel Ferradas, un excelente profesional, que ha estado en sitios muy reputados. Creo que la gente ha percibido el cambio y está muy contenta con los resultados. -¿Qué singularidades aporta este recinto respecto a otros lugares similares en Compostela? -Lo que yo llamo todo incluido, como en los paquetes turísticos: aquí se puede hacer la ceremonia en la iglesia, el banquete y las copas. Y encima es un lugar céntrico, con mucho espacio para aparcar. -¿En qué otros lugares se ha inspirado para diseñar el decorado del pazo? -Es el resultado de la observación directa de muchos sitios interesantes que hay por toda España. Me he fijado en detalles de restaurantes, como el Martín Berasategui del Guggenheim de Bilbao. O en un famoso pub de Palma de Mallorca, que se llama Abaco. Se trata de una antigua casa rehabilitada de forma magistral y que tiene un ambiente muy espiritual, con velas, frutas, música clásica. Lo que he buscado en el pazo es un poco eso, tratar de ofrecer un espacio selecto y único. Tuvimos que hacer muchas obras de rehabilitación de la planta baja, los jardines, los salones, la iglesia. Y otros trabajos de aclimatación y limpieza. Recuerdo que al principio sólo alquilábamos el local para algunos actos concretos. -¿Y cómo es que no lo han pedido los partidos para hacer algo en campaña? -Quizás estamos un poco olvidados (Risas). No, lo que creo es que este local tampoco se ajusta al tipo de actos que organizan ellos. Pero lo cierto es que tenemos un público amplio, sobre todo las empresas, que ya van conociendo el atractivo del pazo.