El juzgado de las golondrinas

La Voz

SANTIAGO

El de primera instancia e instrucción número 1 de Santiago es una plaza en la que ningún juez quiere quedarse Es esa casa de alquiler en la que nadie quiere quedarse. El juzgado de primera instancia e instrucción número 1 de Santiago no es un destino atractivo, y por el sillón del despacho de su titular han desfilado numerosos jueces que, a la que pueden, levantan el vuelo y buscan ciudades donde vivir sea más barato y el destino profesional sea más agradecido. El juzgado número 1 es el más antiguo de la ciudad, pero también es una muestra de que la lentitud de la justicia es un cúmulo de circunstancias: destino poco atractivo; jueces vienen de fuera; sustitutos; plazas que se cubren por ascenso forzoso; y, por supuesto, casos que se acumulan.

18 abr 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

REDACCIÓN SANTIAGO Hay que recurrir a los funcionarios más veteranos del juzgado para enumerar a todos los jueces que han pasado en los últimos años por el juzgado de primera instancia e instrucción número 1 de Santiago, un organismo que data del siglo XIX. La memoria empieza en 1968, cuando vestía la toga Abelardo de la Torre Moreiras. Le sucederían, sin dejar demasiado tiempo para calentar el asiento, Manuel Domínguez Viguera y Alfonso Villagómez Rodil -ahora magistrado en el Supremo-. Luego llegaron los tiempos de Francisco Javier D''Amorín Viéites, que le dio el relevo a otro de los célebres del Palacio de Justicia: Manuel Pérez Echenique, que fue de los que más duró. Los jueces siguieron sentándose y levantándose del sillón. José Espinosa Lozano dio paso a Dolores Rivera Frade, que ocupó la plaza en comisión de servicio. La última titular de la plaza ha sido Mercedes Santana, que el pasado día 9 era despedida por sus compañeros al haber conseguido por fin destino en sus originarias Islas Canarias. La ausencia de titular contribuyó en una época a que los casos se acumulasen y que los retrasos fuesen habituales.