Francisco Martelo quiere abrir aún más la Academia de Medicina a la sociedad

redacción LA VOZ

SOCIEDAD

MARCOS MÍGUEZ

El cirujano plástico ha sido elegido por unanimidad presidente de la institución

21 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Hay que hacer que el conocimiento médico llegue al ciudadano». Es la primera declaración de intenciones del cirujano plástico Francisco Martelo Villar (Redondela, 1945), que acaba de ser elegido por unanimidad como nuevo presidente de la Real Academia Galega de Medicina en sustitución de José Carro Otero, que falleció el pasado 23 de abril.

Abrirse aún más a la sociedad se convertirá en uno de los ejes prioritarios de su mandato durante los próximos cuatro años. Para ello cuenta con energía suficiente y con el apoyo de sus colegas de academia, de lo que se siente honrado. «Estoy contento porque la elección fue por unanimidad. No hubo ni una abstención ni un no, lo cual es algo excepcional que me ha emocionado mucho», explica Martelo con su habitual bonhomía y con el entusiasmo y la ilusión necesaria para sacar adelante los retos que está dispuesto a asumir.

«A ver si somos capaces de implantar la academia en la sociedad, en los ciudadanos, y queremos también que resulte atractiva para los profesionales de la medicina y, sobre todo, para los enfermos», avanza en un discurso estructurado que se puede desgranar por partes.

En estos objetivos que se ha marcado también tiene un lugar preferente la apuesta por la investigación y la contribución al progreso de la medicina. Para ello, uno de los planes que tiene en mente es el de reforzar con una mayor dotación económica los tres premios anuales que ha instituido la academia para promover la investigación.

En esta línea también pretende gestionar los recursos económicos que sean necesarios para «intentar, como podamos, hacer visibles a los investigadores que están fuera del país y que no pueden regresar porque no tienen oportunidades. Queremos ser capaces de proyectar y visibilizar a esa gente para encontrarles un hueco en Galicia, en empresas, en universidades o en donde sea para que puedan desarrollar su investigación médica».

En cuanto a la apertura a la sociedad, Martelo, que fue responsable de Cirugía Plástica en el Chuac, donde trabajó tras formarse en el Gregorio Marañón de Madrid y en centros sanitarios de Inglaterra y Murcia, tiene claro que es necesario establecer un contacto más estrecho con las asociaciones de pacientes, a los que ofrecerá toda su colaboración, pero considera que es especialmente necesario llevar el conocimiento médico a la educación de los jóvenes.

«Creemos -dice- que debería haber una asignatura de conocimiento sanitario en los colegios. No sé si durante la época de bachillerato o previamente, pero es fundamental permitir que los jóvenes tengan una existencia sin enfermedad y advertirles de los riesgos que existen».

«Queremos -añade- llegar a la sociedad normal, que no está enferma, pero que puede enfermar». Para conseguirlo, al margen de una posible asignatura, que no dependería de la Academia, sino de la Administración, se ofrece para apoyar la divulgación médica en los centros de enseñanza. «Hay que ir a los institutos, hay que ir a los colegios. Y tenemos que contar con médicos voluntarios que sean capaces de hacer ese tipo de divulgación para intentar, por ejemplo, detectar una depresión en un joven que evite que se suicide o concienciar sobre los riesgos de la obesidad mórbida, o de la droga o de cómo evitar enfermedades que puedan tener trascendencia en su futuro».

Martelo también apostará por el «desarrollo humanístico del médico». «No basta -apunta- con ser alguien que sepa de enfermedades, sino que también tenga conocimientos del hombre y de la mente humana».