Suecia marra su segundo magnicidio

José Luis Losa

RUSIA 2018

RONALD WITTEK | Efe

24 jun 2018 . Actualizado a las 18:17 h.

Llegó Suecia a esta competición con la carta de presentación de haber dejado fuera del Mundial a Italia. Para quienes defendemos ciertas jerarquías como fetiches esto fue hacernos la puñeta. Respeto la meritocracia de los suecos. Lo que ayer estuvieron a punto de lograr fue un segundo magnicidio. Un Mundial que llegase a los octavos sin Italia y Alemania sería un escenario distópico. Sé que habita en algunos la simpatía por la rebelión de los humildes. Les regalo el sueño de una final entre Suecia y Japón. Y no les arriendo la ganancia.

Supongo que este cronista es un hijo del Ancien Régime del siglo XX y su viejo orden. El mundo de ayer. Calculo que ver a Alemania eliminada en la fase de grupos hubiera resultado, en clave futbolística, algo similar al vértigo que sintió Stefan Zweig cuando apagó definitivamente la luz en su casa de la Rua Gonçalves de Petrópolis. No íbamos a dejar de ver el Mundial -lo que equivaldría al suicidio de la ilusión- porque Suecia hubiera embarcado a Alemania en la barca de Caronte. En cualquier caso, los guiones de este Mundial parecen escritos por Paddy Chayefsky, quien ideó aquella obra maestra del cine, Network, en la que la guerra de las audiencias lleva a una cadena a matar en directo a su telepredicador. El libreto de este torneo nos puso tan cerca la zanahoria morbosa de las exequias argentina y alemana que se merece un Oscar. Pero lo que no puede ser, no puede ser. Y además, es imposible. Desangrada Alemania por la ausencia de creación, por la nariz gota a gota de Rudy, por los goles pifiados por Mario Gómez, por el peor partido de la carrera deportiva de Kroos, en el crudo deadline, brotó la flor de los mandarines, el adn de la plutocracia prusiana del balón. Algo hemos mejorado. Alemania ya no gana en el tercer bostezo, sino en el susto o muerte. Argentina tiene que dormir unas horas en un sarcófago, como Bela Lugosi, para amanecer de nuevo. Los restos del mundo de ayer mientras la era se resiste a parir un sueco o un japonés