Once corazones con freno y marcha atrás

José Luis Losa

RUSIA 2018

LUIS ACOSTA | AFP

21 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

ernando Santos y el maestro Tabárez pugnaron ayer por ver quién retrocedía más hacia el fútbol del cretáceo. Portugal fue dominada abiertamente por los magrebíes, a los que un árbitro norteamericano atracó. Ronaldo le comentaba en el descanso a Santos que estaban jugando «un poco mal». Un poco mal no. Lo que hizo Santos fue asesinar el arte del fútbol. Confrontada a tal mezquindad, Marruecos parecía la Francia de Giresse, Tigana y Platini. Les faltó gol y les sobró el buen rollo arbitral con Pepe y su carta blanca. Pepe: sus penaltis, sus codos, sus cosas.

No sé si fue peor lo de Tabárez. Uruguay saltó a la cancha, se puso las pantuflas, plantó silla en la vereda, cebó el mate y se puso a cotorrear. Miraban pasar a los saudíes como si fuesen viandantes. Y poco más que eso eran los árabes, cuerpos inocentes no familiarizados con un balón.

En el día de los entrenadores puñeteros no dejemos pasar el detalle de Pizzi el Cruel: tras perder 5-0 con Rusia no se le ocurrió otra cosa que cambiar frente a Uruguay al portero saudí, señalándolo, como si suya fuese la culpa de defender el marco de un equipo de seres angelicales, de eunucos peloteros. Entró el guardamallas de recambio y no tardó en hacer un extravagante vuelo a lo salto de la rana, que facilitó el gol de Suárez.

Faltaba lo más duro: Carlos Queiroz. Imposible hacer más con menos. Durante 60 minutos sus pasdaranes acariciaban los segundos, se iban al suelo como si fuera líquido amniótico. Cada saque de banda parecía una dilatada estrategia de Benito Floro. A la búsqueda del tiempo perdido. Para cuando Costa desatascó la angustia, supimos que Queiroz tenía plan B. Entendimos entonces, después de tantos instantes arañados al cronómetro, cuál es la naturaleza real del VAR. Se trata de la vida en retroceso, suspendida en la melancolía. Un cóctel agónico de Proust y Hitchcock. Suspiramos en la moviola. Y por una vez salimos vivos de esta psicosis persa, once corazones con freno y marcha atrás.