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¿Tiene sentido un Colegio Profesional de Informática en 2022?

Fernando Suárez INFORMÁTICO

OCIO@

Hugo Tobio

Como todos los últimos fines de semana de cada mes, la Bonilista acoge a una firma invitada. Hoy contamos con Fernando Suárez, Presidente del Colegio Profesional de Ingeniería Informática de Galicia y del Consejo de Colegios

30 ago 2022 . Actualizado a las 13:29 h.

Qué mejor momento, cuando muchos estamos preparando «la vuelta al cole» —la de nuestros hijos o la nuestra propia a la rutina habitual— para darle una vuelta a los Colegios, en este caso profesionales.

¿Tendría sentido que la Inteligencia Artificial en España la regulasen los veterinarios? ¿Para eso financiamos como sociedad los estudios de tantos informáticos? Este disparate podría llegar a ocurrir si, como colectivo, no dispusiéramos de un órgano de representación en un proceso legislativo que contempla que las Administraciones pidan opinión a los colegios profesionales para regular determinadas materias. Esta opinión no es vinculante, pero sería ingenuo pensar que no vale para nada. Legislar en contra de la opinión de expertos en la materia, desligitima y desgasta a cualquier Gobierno.

Y es que, en primer lugar, debemos saber que un colegio profesional es una «corporación de derecho público» que ejerce funciones público-privadas como, por ejemplo, esa labor de asesoramiento. Este tipo de instituciones están reconocidas por la Constitución Española (art. 36) y son diferentes a todas las demás, tal y como recoge la Ley 2/1974, de 13 de febrero, sobre Colegios Profesionales. Estas normas nos ofrecen garantías, pero también imponen limitaciones, como a quién podemos colegiar, exigiendo la posesión de un título universitario, cuando la mayoría creemos que «sabe más el zorro por viejo que por zorro».

Sí, ya sé la imagen que proyectan los Colegios… instituciones elitistas donde un grupo de apolillados teóricos —funcionarios o personal docente— completamente alejados de la realidad de la Informática, intentan poner puertas al campo y barreras al ejercicio de la profesión. La realidad es un poco más complicada.

Por ejemplo ¿sabíais que el Colegio que presido presentó una propuesta para poder colegiar a gente que no tuviera la Ingeniería acabada, pero si una experiencia profesional equivalente que garantizara unos conocimientos mínimos? Desgraciadamente, no nos la aprobaron.

Colegios hay muchos —en España, aproximadamente unos 1.000— y podríamos decir que son como los ombligos: cada uno tiene el suyo. Soy consciente de que no gozan de buena fama, en muchos casos de forma merecida, pero voy a hablar de los que conozco: los de Ingeniería en Informática. Y hablo en plural ya que existen a nivel autonómico, estando representados a nivel nacional por un Consejo General.

Quizás lo más importante sea entender que su principal fin es garantizar el progreso tecnológico a todos los niveles, así como proteger los intereses de los usuarios de dicha tecnología. Para conseguirlo, creo que es lícito y necesario defender que la Ingeniería Informática disfrute del mismo nivel regulatorio que el resto de ingenierías, pero eso no quiere decir que queramos toda la Informática «para nosotros», sino que al menos se nos tenga en cuenta a la hora de regular las materias que se circunscriben a nuestra profesión, especialmente en lo que atañe a la seguridad física y jurídica de las personas. Y, creedme, la informática cada vez tiene más impacto en ellas.

El ejemplo de la IA es real. El Gobierno quiere regularla, una vez más, sin contar con profesionales que acrediten conocimientos y competencias para aconsejarle como hacerlo. Y eso a pesar de los AÑOS de lucha previa para que —cumpliendo la ley— nos permitieran formar parte del Consejo Asesor de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información y que la opinión de los informáticos se escuche en el máximo órgano asesor del Gobierno para regular materias como, ni más ni menos, Internet.

Pero hay muchos más, como que a la gran mayoría de plazas de informática de las administraciones públicas pueden presentarse titulados de una diversidad de carreras más o menos «afines», pero no hay reciprocidad, ya que un ingeniero en Informática no puede presentarse a una plaza de Telecomunicaciones.

Pero aunque os de todos los ejemplos del mundo, seguramente la mayoría sigáis pensando que los Colegios son organizaciones arcaicas y sin ningún sentido en los tiempos que corren. Os aseguro que pensaba lo mismo hasta que pude conocerlos por dentro y ver cómo se trabaja de forma desinteresada (no cobramos por ello) y vocacional, fomentando los principios de la ética hacker, que no es sino enseñar a la sociedad que el mundo abierto por el computador es infinito y que el modo de mejorar el mundo es a partir de la compartición de conocimiento y la colaboración.

Desde el programa «Navega con Rumbo» —encaminado a concienciar a niños y adolescentes sobre la importancia de mantener su privacidad online, con formación impartida por colegiados y premiado por la AEPD— hasta la asesoría al Gobierno a través del Consejo Consultivo para la Transformación Digital o a las distintas universidades en la implantación y adaptación de títulos. Desde la creación del sello de empresa éTICa, que os animo a conocer y suscribir, hasta distintas iniciativas para revertir la preocupante escasez de mujeres en el sector tecnológico.

Los Colegios se sitúan entre la Administración, los colegiados, los clientes, los usuarios y las distintas entidades sociales para defender nuestra profesión —la Informática— y a los profesionales que la ejercen, con título o sin él. No es un trabajo fácil, pero alguien tiene que hacerlo y, si no lo hacemos nosotros mismos, la ocuparan otros con diferentes intereses. Y ese es su mayor reto, abrirse a la profesión para conseguir que los informáticos se sientan representados por los mismos. En ello estamos.

Respondiendo a la pregunta que da título al artículo, Churchill dijo que «la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los que se han inventado». Tal vez con los Colegios pase algo similar en relación con el control independiente e imparcial de la actividad profesional que permita a la ciudadanía ejercer sus derechos con plenas garantías ¿Qué opinas tú?

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