En Wallapop, ese mercadillo virtual de proximidad, se venden teléfonos «con Flappy Bird» a precios disparatados: 600, 750, 900 euros... Hablamos de smartphones de hace tres años -o sea, reliquias tecnológicas-, pero cuyos propietarios instalaron el mítico juego antes de que su creador decidiese retirarlo de las tiendas de aplicaciones, abrumado por su irracional éxito. Entre los que recogieron el testigo del vietnamita Dong Nguyen está Brais Moure, un joven desarrollador gallego de 28 años que abandonó una carrera en Inditex para dedicarse a tiempo completo a diseñar aplicaciones móviles. En el 2014 fundó MoureDev y ya tiene varios juegos en la App Store y la Play Store. El último se titula Speedy Whales y es un guiño a aquel pájaro volador que intentaba esquivar tuberías: aquí es una simpática ballena, que el jugador debe evitar que colisione con sus congéneres, al tiempo que va recogiendo monedas. Parece simple, pero es difícil y adictivo. MoureDev tiene otros títulos como Tiny Pirates, que emula a los Angry Birds, o un traductor al lenguaje wookiee de Star Wars. Un negocio galáctico.