El teléfono en el agua que terminó en una estafa de 7.200 euros: «Mamá, necesito tu ayuda»
RED
Timan una vecina de Lugo de 74 años haciéndose pasar por su hija a la que supuestamente se le había estropeado su dispositivo móvil
29 sep 2023 . Actualizado a las 12:42 h.La cibercriminalidad sigue presente en Galicia. El año pasado se registraron en la comunidad 21.000 casos. La cifra es ligeramente inferior a la del 2021, cuando fueron cerca de 22.000, una caída que obedece en buena medida a la concienciación ciudadana. Pero todavía es insuficiente, porque los delitos digitales siguen sucediéndose con métodos cada vez más sofisticados.
La Guardia Civil de Lugo alertó el pasado mes de agosto de un reciente repunte de la modalidad de ciberestafas del «familiar en apuros» en la provincia. Una de las últimas víctimas ha sido María. Esta vecina de la ciudad lucense de 74 años tiene, desde la semana pasada, 7.200 euros menos en su cuenta bancaria.
El nombre de María es ficticio y la historia la cuenta su hija Isabel. Todo empezó con una cita médica. María está delicada de salud desde hace años y su hija trataba aquella mañana de gestionarle una visita a un especialista que tenía atrasada. Finalmente lo consiguió y le mandó un mensaje de WhatsApp para contárselo. Terminaba así: «Ya te llevo yo hasta allí, mamá».
Pasados diez minutos, María llamó a Isabel por teléfono y ella no pudo cogerlo porque en ese momento estaba trabajando. Poco después a la mujer le llegó un SMS: «Mamá, soy yo, se me ha caído el teléfono al agua, ¿puedes mandarme un WhatsApp a este número?». Ella creyó que se trataba de su hija, con la que justo se acababa de mensajearse minutos antes, y obedeció. Escribió al número y la respuesta de quien estaba detrás —que no era su hija— fue directa: «Mamá, tengo un problema». «¿De salud?», respondió María, muy asustada, porque precisamente su hija Isabel había sufrido un cáncer el año pasado del que ya se había recuperado y temió que la historia se repitiese. «No, es que necesito tu ayuda para hacer dos transferencias porque mi móvil se ha estropeado, ¿puedes hacérmelas tú?», le dijo el estafador.
A continuación le facilitó dos números de cuenta y dos nombres a los que tenía que efectuar el pago: Aitana y Miguel Ángel. Además, le pidió que pagase el coste de transferencia inmediata. Un importe —normalmente algo menos de dos euros— que se paga en algunos bancos para que los envíos de dinero entre distintas entidades se produzcan al instante.
María se apresuró a realizar las transferencias desde su aplicación bancaria. Su hija cuenta que, a pesar de que no se desenvuelve del todo con las nuevas tecnologías, sí está acostumbrada a hacer gestiones desde la plataforma digital de su banco.
«¿Lo has hecho ya? Venga rápido», seguían insistiéndole por mensaje los estafadores. Ella aseguró —a quién creía que era su hija Isabel— que ya había terminado el proceso. Para acreditarlo, incluso envió un par de capturas de pantalla de la aplicación del móvil que incluían información personal.
Los timadores no se dieron por satisfechos con ese envío de dinero y le reclamaron más: «¿Tienes más en la cuenta? Necesito 5.000 euros». Pero la entidad bancaria de María no le permitía hacer más transferencias, así que ella, que seguía confiando en su interlocutor, le dijo que mejor se lo pidiese a su otra hija, Cristina. «Pídeselo tú, que a mí me da vergüenza», le respondieron.
Cristina vive en Chile, un país con cinco horas menos de diferencia horaria con respecto a España. Allí todavía era de madrugada. Para cuando pudo contactar con ella, ya había pasado medio día. A Cristina la historia le pareció totalmente inverosímil y alertó a su madre de que aquello no le cuadraba. Fue entonces cuando María decidió llamar a su yerno que le confirmó que el teléfono de Isabel no se había caído al agua, que no estaba estropeado y que mucho menos su hija necesitaba de su madre transferencias inmediatas de miles de euros. «Pues entonces es que me han timado», dijo la mujer de 74 años que ya tenía 7.200 euros menos en el banco y que ahora «vive con miedo a que le vuelva a pasar lo mismo», según su hija.
Isabel cuenta que lo primero que hicieron fue ponerse en contacto con su banco, pero el dinero ya había sido enviado y por ese lado tenían poco que hacer. Las cuentas que los timadores facilitaron a María pertenecen a una entidad española, que ya las ha bloqueado. Ahora, Isabel y su madre han reclamado a este banco que compruebe las identidades de sus titulares para dilucidar si son reales o, como sospechan, se trata de una «cuenta mula». Una figura que utilizan los criminales para dificultar la identificación de los verdaderos beneficiarios de las transacciones ilegales. El dinero de las estafas llega a estas cuentas y posteriormente es transferido a otras, generalmente en el extranjero, para que, tras varios movimientos, sea imposible de rastrear y recuperar. Sus titulares se llevan una pequeña comisión como parte del proceso.