Lo que te llevaste

Lucía Caneda

AL SOL

25 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

No me dijiste adiós. Solo te marchaste. Metiste la ropa en la maleta y cerraste la puerta con un golpe seco. No hubo un abrazo de despedida, tampoco un beso. No hubo un gesto con la mano. Te marchaste, sin avisar, llevándote mi corazón, ese que habías roto tanto y que ya estaba inactivo. Te llevaste mi vivacidad, mis ganas de reír, mis sonrisas. Te llevaste toda mi parte positiva. Me la arrancaste como si fuera una pegatina que te despegas de la mano porque no quieres que se rompa en la ducha.

Mi corazón estaba remendado con tiritas, tiritas que intentaban que todo su contenido siguiese ahí, sin salir. Pero un día esas tiritas dejaron de funcionar. Se cayeron. Y todo lo que había allí salió. Salieron gritos, esos que callé por miedo. Salieron insultos, esos que no dije por creerme educada. Ese día, de mi corazón salieron tabúes de nuestra relación. De esa tan insana, tan falsa. Te llevaste al niño; ese que nos unió por todo, que nos quiso siempre... ese que ahora es un adolescente rebelde que se ha marchado contigo porque le das libertad. Una libertad que no es buena, que lo hará meter la pata hasta el fondo, que conseguirá que termine dando malos pasos en la vida… te llevaste la convivencia; lo único que compartíamos, esa, también te la llevaste. Te aprovechaste de la inocencia de nuestro hijo: eso es lo que más me duele. No tiene ni idea de lo que hace, a su edad es normal.

Tú lo único que le has inculcado son errores, errores que tú cometiste y que, al parecer, quieres que él también cometa. Te has llevado los sábados en la playa; en la fina arena, en el helado mar...te has llevado lo poco que nos quedaba. Te lo has llevado, pero lo has convertido en tristeza y odio. En algo inservible, que no te ayudará. Y, ¿qué más decir? ¿Con qué me quedo yo? Me quedo con el necio amor que me entregaste cuando eras un adolescente. Un amor que al principio fue real pero se volvió mentira demasiado pronto. Me quedo con el recuerdo de tu ego; ese que creció aún más cuando el niño llegó, ese que te parecía tan útil pero no lo era. Me quedo con los besos tan amargos que me diste. Me quedo también con un corazón roto. Un corazón magullado y triste. Un corazón que sé que no te importa.

Lucía Caneda. Estudiante. 12 años. Santiago.