Simón mira las estrellas todas las noches, las observa mientras bailan junto a los planetas. Ese es su mejor momento, cuando realmente se halla a gusto consigo mismo. Sonríe y les habla, les pone nombres que imagina y les cuenta historias de barcos que navegan incansables surcando lejanos mares.
Simón sueña con lo feliz que sería si pudiese abrazarlas, pasear por las constelaciones, sentir la luz que proyectan reflejada en el verde de sus ojos… y ya no lo piensa más; se vuelve etéreo, ligero y como si de una pluma se tratase, comienza a planear con la brisa del atardecer en sus mejillas. Se recuesta en las nubes, mira cómo la luna le hace divertidas muecas y brinca dando volteretas en el aire.
Y cuando por fin llega junto a sus amigas las estrellas del firmamento, se sienta en un anillo de Saturno y todas se colocan a su alrededor dispuestas a escuchar muy atentas las fantásticas historias de aventuras que Simón les va contando con su cálida voz.
M.ª Pilar Garrido Aláez, administrativa, 50 años, A Coruña.