La esquina

Gaspar Marqués Rodríguez RELATO

AL SOL

22 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Desperté empotrado en la esquina de mi habitación, no me podía mover hacia atrás. Era como si el mundo se acabase a mi espalda. En realidad, esta situación era extremadamente infrecuente (nunca había escuchado que le hubiera pasado a alguien, algo parecido), pero siempre hay una primera vez. Un poco más calmado, intenté buscar una solución a mi problema; tenía varias opciones: A) No hacer nada y dejar que se solucionara por sí solo. B) Procurar solucionarlo con la fuerza bruta. C) Dar a la razón prioridad absoluta en este caso. D) Pedir ayuda.

Como las opciones B y D no estaban dando resultado satisfactorio, supuse que debería pasar a la opción C de inmediato, ya que, aunque no peligrara mi vida por el momento, no era cuestión de estar en esta situación más tiempo del necesario. El problema no era fácil de solucionar, si no podía cambiar de posición de ninguna manera no sabía qué más hacer. Es curioso que un problema tan inusual no tuviera una solución sencilla y a mí me parecía que esta situación no era peligrosa: el ángulo que se formaba delante de mí era lo bastante amplio para poder respirar; el color de la pared rojo fuego me animaba a seguir en esa postura indefinidamente; al tener que pensar en esta solución la mente no se ocupaba de otra cosa (me daba igual si el cambio climático arrasaba medio planeta, si las fiestas grandes de la ciudad las pasaban al magosto, si subían los recibos o si Trump decidía peinarse por primera vez), así que en mi interior se fue formando la idea de que solo tenía ventajas esta posición en la vida. Pasadas 72 horas, seguía pensando lo mismo, todo eran ventajas. No entendía cómo los ricos aquellos que no se tienen que preocupar de nada, no hubieran descubierto está original postura que ni cansaba el cuerpo ni la mente (la mía estaba en blanco como segundos después de nacer, en medio de una felicidad casi infinita), seguramente cuando se descubriera todo aquel que tuviera medios y posibilidades se animaría a seguir mis pasos. Así que me decanté por la opción A sin dudarlo. ¿A qué esperáis vosotros?

Gaspar Marqués Rodríguez, pensionista, 47 años, Ourense.