Corazones solitarios

Óscar Martínez Rey

CULTURA

Óscar Martínez Rey. 50 años. Cambados. Escritor

22 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un corazón solitario siempre será un corazón solitario, aunque en su vida se crucen otros muchos corazones, a veces igual de solitarios; pero ninguno de ellos conseguirá nunca llenarlo de todo, siempre tendrá esos deseos de soledad, de alejamiento, de encerrarse en sí mismo, de huir del mundo, de pasear de noche por las calles desiertas, imbuido en su mundo particular al que nadie más tiene acceso, donde se esconden sus más recónditos secretos y deseos, de sentarse en un banco solitario como él y llamar a su amante, que toma un café en la barra de un bar desierto, mientras charla con el barman y las luces mortecinas de las farolas iluminan las calles, llenándolas de sombras, como en un cuadro de Edward Hopper. Y ella sale a la calle y se ríe al oír su voz al otro lado del móvil y le dice que si quiere verla, primero tendrá que encontrarla.

El juego de seducción y deseo ha comenzado; él, un escritor y pintor con mucho futuro, pero que aún no ha logrado ese primer éxito que lo empuje; ella, una mujer casada, un poco mayor que él, de poco más de cuarenta años, hastiada de un matrimonio que le aburre y de un marido atractivo pero que ya no despierta deseo, ni pasión, ni erotismo en ella. Le da pistas para encontrarla. Y él recorre todo el pueblo en su busca. En el fondo son dos corazones solitarios, uno al encuentro del otro, para unirse durante unos instantes y huir a un hotel de una ciudad lejana, donde nadie los conoce. Y disfrutar de su amor, en una habitación con vistas al mar, olvidados del mundo, de la gente, de las miradas indiscretas y las lenguas viperinas.

Su secreto es su secreto y en él está en parte la fuerza de esa relación, el que nadie conocido lo sepa, ni siquiera lo sospeche, aunque nunca se sabe con quién pueden encontrarse. Quizá con otros dos corazones solitarios, conocidos, que buscan lo mismo que ellos.