El Mundial de los penaltis fallados

Alberto del Campo Tejedor COLPISA

QATAR 2022

DYLAN MARTINEZ | REUTERS

Sorprende que no se entrenen lo bastante los aspectos psicológicos de un deporte, en el que gana quien sabe mantener la cabeza fría

12 dic 2022 . Actualizado a las 19:30 h.

Inglaterra-Francia, a un cuarto de hora para el final. Los galos vencen por 2 a 1. Theo Hernández derriba a Mount: penalti. El capitán de la selección británica, Harry Kane, asume la responsabilidad, pero manda el balón a las nubes. Inglaterra se suma a las selecciones que han fracasado al errar en los penaltis decisivos: Japón, España, Países Bajos, Brasil. ¿Cómo es posible que jugadores de la talla de Marquinhos, Busquets o Kane fallen desde los once metros? La respuesta, evidentemente, está en el terreno de la psicología. Especialmente exigentes son las tandas de penaltis para deshacer un empate. Después de analizar 129 de ellas, un estudio concluyó que el equipo que comenzaba tirando se llevaba el gato al agua en un 60,5% de los casos. La causa estriba en la mayor presión que recibe el jugador que dispara conociendo las consecuencias de su lanzamiento: va más temeroso.

Luis Enrique, no muy dado a la autocrítica, reconoció que los penaltis no son una lotería. Les había dicho a los suyos que entrenaran en sus respectivos equipos tirando, por lo menos, 1.000 penaltis. Pero fue insuficiente porque es difícil recrear en un entrenamiento la presión mental de tener en tus pies el destino de una nación en un Mundial. Sorprende que no se entrenen lo bastante los aspectos psicológicos de un deporte, en el que gana quien sabe mantener la cabeza fría. Pero también que los jugadores no reciban información básica sobre las conclusiones de ciertos estudios. Uno de ellos analizó los penaltis de los últimos cinco Mundiales. El tiro más efectivo es aquel que se cuela por la parte superior de la portería, da igual que vaya por el centro o hacia uno de los costados. Claro: el portero se lanza normalmente hacia un lado, pero solo puede atajar el balón si va bajo. ¿Por qué no entrenar exclusivamente a introducir el esférico por el único espacio al que no puede llegar el portero con su estirada? Eso generaría confianza, la misma que falta a algunos futbolistas ante el punto fatídico. Pero tiene su explicación: si se dispara al ángulo inferior, la posibilidad de que el balón vaya fuera se reduce a la mitad con respecto a los lanzamientos que se dirigen a la escuadra, dado que, en ese caso, además de por el lateral, el balón puede salir por encima del travesaño. Cuando el jugador se siente inseguro, no solo chuta abajo, sino que tampoco ajusta el balón al poste: fácil para el portero.

Hay aún otros estudios relevantes. Los números dicen que Kane no debió lanzar el segundo penalti, incluso aunque hubiera metido el primero. El 9 de Inglaterra dice que se sentía seguro, pero su defectuosa ejecución confirma la teoría: ante una segunda oportunidad, el jugador se plantea si ejecutar la pena máxima de manera similar al primer tiro o cambiar, lo que siembra la duda, la peor compañera para ese momento clave.

Acierto estancado

Comparado con el fútbol de hace unas décadas, las prestaciones técnicas de los futbolistas han mejorado. Por ejemplo, se logran más goles de falta directa. Sin embargo, el acierto en los once metros parece estancado. La razón podría residir en la creciente presión que tienen que soportar los jugadores en un deporte en el que nunca antes se movían tantos intereses, dinero e hinchas. Algunos entrenadores han relatado que, cuando llega el momento decisivo, hay futbolistas que se rajan. Tienen miedo al error y no quieren vivir toda la vida con ello.

Los que también han progresado son los que portan el número 1 en la camiseta. En los Mundiales entre 1966 y 2018, los guardametas solo pararon el 17% de los penaltis. Ahora, porteros como el argentino Dibu Martínez han dado el pase a su equipo deteniendo dos de los cinco penaltis contra Países Bajos. A diferencia del que lanza, el aumento de la presión en los últimos años no afecta al que está bajo palos. Así que, crecientemente, el portero se convierte en el héroe del partido. El guardameta actual debe entrenar la salida del balón, cual si fuera un jugador de campo. Pero tal vez Unai Simón debería ver los videos del Dibu, quien prepara en el Aston Villa las maneras no solo de intuir el lanzamiento del rival, sino de descentrarle y aumentar su ansiedad, dirigiéndose a él con palabras desconcertantes, brincando sobre la línea de gol, señalando al lado donde podría ir el balón o retrasando deliberadamente el momento crucial. Según los estudios, estos trucos disminuyen el 10% del acierto en los penaltis. Los argentinos consideran que son engaños de tipo listo, los ingleses juego sucio. Unos siguen en el Mundial. Los otros van camino de casa.