El incierto horizonte de la generación española de Catar

Iván Orio COLPISA

QATAR 2022

WOLFGANG RATTAY | REUTERS

La lista de Luis Enrique para el Mundial ha naufragado; la mezcla de veteranía y juventud ha resultado inconsistente y España necesita nuevos referentes

07 dic 2022 . Actualizado a las 16:37 h.

Luis Enrique llegó y se ha marchado de Catar con una lista exageradamente personalista y tras enmendarse a sí mismo al emplear con frecuencia a varios futbolistas en demarcaciones que no son las suyas, escudándose en su versatilidad y en su polivalencia. Hay un dato revelador que demuestra que la eventual confianza que tenía en algunos de sus hombres antes de comunicar la convocatoria, hace casi un mes, ha decaído en el transcurso del Mundial en beneficio de la reubicación de posiciones; en la alineación titular frente a Marruecos, en lo que suponía el primer partido a vida o muerte del torneo y en el que se consumó la historia de un fracaso, ocho de los diez jugadores de campo eran centrocampistas. Laporte, central, y Jordi Alba, en el lateral izquierdo, fueron la excepción. En el derecho debutó Llorente Carvajal y Azpilicueta desaparecieron— y Asensio volvió a ejercer de falso 9.

Más allá de las habituales sorpresas, en realidad no ha habido grandes diferencias entre los nombres que disputaron la Eurocopa de la pandemia y los que ayer cogieron cabizbajos un vuelo a Madrid. ¿Entonces, por qué un plantel similar y con idéntica idea de juego tuvo un gran rendimiento en la cita continental, en la que se cayó en semifinales ante Italia, a la postre campeona, y se ha dado el gran batacazo en Doha frente a un enemigo menor en al panorama internacional?

Hay dos razones que explicarían esta regresión. La primera es deportiva y, por extensión, mental. En el Europeo nadie adelantó a otro en un puesto que no era el suyo. La segunda tiene que ver con la responsabilidad. La selección encaró aquella competición con la liberación que concedía no estar entre las favoritas por tratarse de un equipo en construcción. En Catar, sin embargo, siempre ha aparecido en la terna de aspirantes.

La lista para la Copa del Mundo ha sido tan made in Luis Enrique —la presencia de siete extremos y un solo punta puro, Morata, así lo atestigua— que resulta complicado definir el horizonte si el técnico gijonés y la federación acuerdan la próxima semana romper su relación para abrir un nuevo ciclo. Al margen de atraerse los focos y situarse en el centro del debate para proteger al vestuario de posibles críticas, lo cierto es que declarar sin tapujos que él es el líder del combinado nacional corrobora hasta qué punto se considera el creador de un proyecto singular, diferente, único. Un ideario alejado de las convenciones con el que aterrizó en la capital catarí y del que no se ha bajado «para lo bueno», que ha sido más bien poco, y «para lo malo», como el encuentro ante Japón, en el que sonaron con fuerza las alarmas, y la debacle en octavos.

El seleccionador no ha ofrecido alternativas en los momentos de crisis porque consideraba innegociable su filosofía y porque en la lista no tuvo cabida ningún futbolista que se saliera mínimamente de sus mandamientos. Nadie puede cuestionar que los internacionales cumplieron con su doctrina hasta las últimas consecuencias frente a Marruecos, pero la inflexibilidad de sus planteamientos se tradujo en un juego lento y previsible que condujo al sufrimiento y al fracaso.

España solo hizo tres ocasiones, la última en el descuento de la prórroga en un tiro de Sarabia que rozó el palo en el límite del fuera de juego. El rol casi residual del futbolista del PSG en Catar ha sorprendido porque fue un fijo en la Eurocopa. Estuvo inédito en la fase de grupos y solo salió ante los magrebíes para que participara en la tanda de penaltis. Luis Enrique admitió que quizás tenía que haber contado algo más con él.

Reseteo

La mezcla entre una juventud desbordante y la veteranía y la experiencia de jugadores como Busquets, Koke y Azpilicueta, por mencionar a los tres tótems de la caseta, no ha funcionado. La fórmula, efervescente al inicio del torneo, ha perdido gas y eficacia hasta inutilizarla con rivales cerrados con orden. El horizonte de esta apuesta es incierto pase lo que pase en los despachos de Las Rozas.

Si el gijonés continuase —una opción remota— su rigidez queda en entredicho. Si hay relevo en el banquillo habrá que comprobar el tipo de fútbol que propone el nuevo inquilino y si se ajusta a lo anterior. Hay jugadores que parecen indiscutibles —léase Pedri y Gavi, por ejemplo—, pero hay otros nacidos con el gijonés que despiertan recelos —Ferran, Pau Torres, Eric García, Llorente, Yeremy Pino, Guillamón...—. Para resetearse España necesita nuevos referentes que marquen el camino en el terreno de juego y fuera de él, figuras de una relevancia intachable.

Desde un plano estrictamente futbolístico, Rodri ha sido el jugador que mejores sensaciones ha trasladado. Y eso que ha disputado los cuatro partidos como central. El del City está llamado a convertirse en la selección en el nuevo Busquets —de más a menos en la competición—. Laporte, su compañero en el club inglés, también ha actuado con solvencia. Luis Enrique avaló su nacionalización y habrá que ver por tanto su evolución si hay cambio de entrenador.

Gavi y Morata también salen indemnes del torneo, al igual que Dani Olmo, mientras que Nico Williams volvió a dejar lo mejor de sí como revulsivo pero no anduvo fino en su titularidad ante Japón. Quedan en entredicho Carvajal y Ferran. Y Balde todavía tiene mucho que aprender. No hay tiempo que perder porque en poco más de año y medio espera la Eurocopa de Alemania. El horizonte se presenta incierto para la generación de Catar.