Luis Enrique purga al once del fiasco

Jon Agiriano COLPISA

QATAR 2022

WOLFGANG RATTAY | REUTERS

Todo apunta a que, tras el batacazo ante Japón, la selección recuperará su bloque de confianza para enfrentarse a Marruecos con el objetivo de pasar a cuartos de final y recuperar la confianza

05 dic 2022 . Actualizado a las 20:08 h.

España entra hoy en esa fase crítica del Mundial, el camino de minas que discurre entre los octavos y la final, donde cada paso es decisivo. Lo das en falso y saltas por los aires. Es el momento, por tanto, de la frialdad, la inteligencia y la determinación. La primera prueba del combinado nacional será Marruecos, una selección peligrosa, de más nivel del que muchos de los tradicionales escépticos europeos, los que a la hora de la verdad solo valoran el potencial de las grandes selecciones del Viejo Continente y de tres o cuatro sudamericanas, están dispuestos a admitir.

España llega al partido con muchas incógnitas, pero hay una trascendental: saber cómo ha reaccionado a la decepción y el susto que se llevó contra Japón. Comprobarlo va a ser muy interesante. Podríamos decir que España se examina a sí misma. Hoy se verá cuál es su fortaleza mental y, desde luego, a dónde llega la solidez de sus convicciones respecto a un estilo de juego que consideran innegociable en todos y cada uno de sus mandamientos. En estos últimos años Luis Enrique y sus jugadores han hecho gala de su irrevocable personalidad futbolística con ese punto de fundamentalismo tras el cual a uno ya solo le queda ir por el mundo convirtiendo infieles y haciendo proselitismo. El partido, por tanto, no admite término medio para España. O sale tan reforzada que sus rivales no querrán verla ni en pintura o sale desintegrada y pasado mañana ya estaremos hablando del fin de ciclo de Luis Enrique y de sus posibles sustitutos.

La peor noticia de España en Catar no ha sido que le atropellara el expreso nipón en un paso a nivel sin barreras. Accidentes así pueden ocurrir en el fútbol y no hay que llamar a las ambulancias. Lo peor es que ese grupo exultante y lleno de alternativas, con un montón de jugadores jóvenes y talentosos afilados como navajas que el seleccionador quería tener aporreando la puerta de la titularidad, no existe. La situación es más bien la contraria. En el grupo de internacionales españoles sobran los futbolistas de presencia anecdótica por su baja forma o por ser o estar todavía demasiado tiernos para un evento de este calibre.

La cruda realidad es que Luis Enrique solo tiene ahora catorce o quince jugadores en los que confía de verdad y que su once, salvo sorpresa monumental, se parecerá tanto al del partido inaugural contra Costa Rica que hasta podría ser el mismo. A primera vista, solo hay dos variantes posibles. Que Morata juegue como titular, lo que dejaría en el banquillo a Ferran o Asensio, ya que Olmo parece fijo, y el lateral derecho, donde el seleccionador puede elegir entre Azpilicueta y Carvajal. Si no fuera porque ha estado un poco tocado, el navarro partiría con ventaja por su mayor solidez defensiva y porque tampoco le ha faltado presencia en ataque.

Será un partido tenso, de poder a poder, entre dos rivales que ya se enfrentaron en el Mundial de Rusia. De aquella selección marroquí a la que España solo pudo empatarle con un gol de Aspas en el descuento ya no quedan futbolistas como Benatia, El Ahmadi, Boussoufa o Nordin Amrabat, pero lo cierto es que Regragui dispone de un grupo sólido. La selección de Luis Enrique tiene de nuevo una ocasión inmejorable para demostrar, entre otras cosas, que su personalidad es suficientemente fuerte como para, si se da el caso, saber jugar con el marcador en contra. España ya agotó contra Japón todas las dosis de pánico que un equipo se puede permitir en un Mundial si quiere seguir caminando.