Dejan Lovren, una infancia marcada por la guerra de Bosnia: «Nos marchamos solo con la ropa que llevábamos puesta»

QATAR 2022

Rungroj Yongrit | EFE

Cuando estalló el conflicto en el país huyó como refugiado a Múnich, donde vivió durante varios años hasta que las autoridades le deportaron a Croacia

04 dic 2022 . Actualizado a las 20:45 h.

«Todo cambió durante una noche. Había empezado una guerra entre tres diferentes culturas. Solo recuerdo que las sirenas se encendieron, estaba muy asustado pensando en las bombas». Así empieza el relato de Dejan Lovren. El futbolista de Croacia nació en Zenica, una ciudad de Bosnia-Herzegovina. Estaba en casa con su madre cuando comenzó la guerra. Tenía tres años. «Mi madre me cogió y me llevó corriendo al sótano. Me escondió entre sus brazos. Ella no paraba de llorar... No sé cuánto tiempo pudimos estar allí. Es algo que jamás olvidaré. ¿Cómo podría?», relató el jugador en su documental.

Su familia no se quedó de brazos cruzados y, ante el peligro de la situación, decidieron huir de su país. Se subieron en su Yugo —un coche fabricado en Yugoslavia— y comenzaron un trayecto de más de 17 horas que tenía como destino final Múnich. Su vida entera se quedaba en Zenica. «Dejamos todo atrás: la casa, la pequeña tienda de alimentación que teníamos... Nos marchamos solo con la ropa que llevábamos puesta. Mis padres fueron muy fuertes. Hoy en día no podría imaginar escaparme con mis hijos con ese miedo por tu vida», afirmó Lovren. Así se convirtió en refugiado. Mientras una parte de la familia se trasladaba a Alemania, el padre decidió quedarse en Bosnia durante un tiempo más, intentando vender su casa para conseguir dinero.

«Si nos hubiésemos quedado en Bosnia quizá mis padres no estarían vivos ahora. A lo mejor me habrían matado», dijo. Algunos de sus familiares no corrieron la misma suerte. La gente de los pueblos fue brutalmente asesinada. «El hermano de mi tío fue asesinado con un cuchillo delante de otras personas. Es algo de lo que no hablamos en la familia, es muy duro. El padre de uno de mis mejores amigos murió. Podría haber sido el mío», comentó en su documental.

Vuelta a empezar

No fue sencillo para Lovren y su familia adaptarse a la vida en Alemania y a su estatus de refugiados. El futbolista recordó cómo en aquellos tiempos no tenían dinero para comprar comida. Una agonía para sus padres. «Ser refugiado significa luchar por tu vida. No estás pensando en ir a un lugar a quitarle a alguien un trabajo maravilloso que te dé mucho dinero. Solo esperas encontrar un sitio en el que puedas estar seguro», reclamó. Lovren acudió al colegio con más niños de Bosnia que se encontraban en la misma situación.

Después de años en Alemania su familia fue deportada. Tuvieron que regresar a los Balcanes. Empezaron una nueva vida en Karlovac (Croacia) y, con ella, llegaron los problemas de adaptación: «La gente se reía de mí y tuve muchas peleas en el colegio. No sabía hablar croata... La única cosa por la que no se reían era el fútbol. Me empezaron a respetar por eso». El punto de inflexión en su vida fue el interés del Dinamo de Zagreb por ficharle en el 2004. Después del club croata llegaron el Lyon, el Southampton, el Liverpool y, ahora, juega en el Zenit.

El único «ruso» del Mundial

Solo queda Dejan Lovren. Tras la eliminación de Camerún, selección de Moumi Ngamaleu, el croata es el único futbolista que juega en la liga rusa. Fichó por el club de San Petersburgo, el gran dominador del campeonato nacional, y, a sus 33 años, sigue siendo un seguro de vida.