Bajonazo de España

QATAR 2022

Neil Hall | EFE

01 dic 2022 . Actualizado a las 23:31 h.

Esta España molaba. Jugaba al fútbol, divertía y sumaba con diferentes registros. Era atrevida como contra Costa Rica, competía mirando al rival a los ojos como contra una selección de la jerarquía de Alemania. La particularísima apuesta de Luis Enrique —el éxito o el fracaso, con un cásting de jugadores tan peculiar, será suyo— iba a avanzar con nota en Catar porque también Japón caía en la red. Hasta que llegó el gatillazo, contra un rival que juntó futbolistas delante de su portería hasta terminar hipnotizando, aburriendo y desnudando al equipo efervescente de los dos partidos anteriores.

Curita de humildad. Más simbólica que dramática. Porque la selección incluso termina ahora enfrentándose a un cuadro de rivales en teoría más asequible que el camino al que se enfrentaría si hubiese sido primera de grupo. Lo preocupante es que ahora cuesta saber qué España es la real. Si la de once futbolistas que irían al fin del mundo por su entrenador, presionan como lobos, se pasan la pelota como quien entrega un regalo y calientan banquillo haciendo como que no les importa; o la blanda en defensa, temblorosa en el pase, roma en ataque y con un portero que canta, la que decepcionó ayer contra Japón.

Llegar tan solo a octavos de final, en todo caso, será como ganar partidos en la Liga de las Naciones, inventada para poner en juego otra copa en lugar de jugar amistosos deslavazados. El Mundial de verdad empieza ahora, y penalizará más aquellos despistes como los que destrozaron una noche aparentemente tranquila ante Japón.

A la selección cada vez le costará más pasar a la siguiente pantalla del juego. A la España de Luis Enrique ahora le toca demostrar que no solo es una selección bonita, sino que también es buena.