España no quiere cálculos

Jon Agiriano COLPISA

QATAR 2022

JuanJo Martín | EFE

El equipo de Luis Enrique buscará ante la correosa Japón una victoria que selle su pase a octavos como primera de grupo y refuerce sus convicciones como aspirante a sumar su segunda estrella en Catar

01 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A España le toca sellar su pasaporte para los octavos de final. En principio, todo fluye en favor de la selección de Luis Enrique, a la que solo un cúmulo muy improbable de casualidades desgraciadas podría condenarle a la eliminación. Tendría que perder ante Japón y que, en el otro partido del grupo, Costa Rica venciese a Alemania o los germanos destrozasen a los ticos por más de siete goles. Seguro que esos monstruos informáticos que calculan posibilidades consideran que las opciones de descalabro son similares a las que Nadal tenía de ganar la final del Open de Australia ante Medvedev con el 0-40 para el 4-2 en el tercer set: un 2%. En realidad, España lo tiene difícil incluso hasta para quedar segunda, que por cierto no sería ninguna calamidad, ni mucho menos. Entre otras cosas evitaría un cruce en cuartos con Brasil.

España, sencillamente, no sabe jugar a otra cosa que no sea buscar la victoria imponiéndose al rival a través del balón, apretando en la presión y atacando con descaro. Este equipo se pone a contar la calderilla que tiene en el bolsillo y lo más probable es que sufra un colapso por atentar contra su propia naturaleza, contra la personalidad que le hace diferente a todos, como subrayó el martes con admiración el Tata Martino. Está llamada a vencer hoy a Japón y a hacerlo, a ser posible, con una versión brillante que le reafirme de cara a la siguiente fase, cuando ya no existe margen de error y todos los partidos serán lo que los brasileños llaman un matamata.

A España, las dudas le afectan más que a otros equipos acostumbrados a convivir con ellas. A primera vista, Japón parece un rival propicio para que los pupilos de Luis Enrique salgan con la moral muy alta. Los nipones corren tanto que puede resultar incómodos, un poco tábanos para cualquier rival. Ahora bien, su propuesta de juego —fútbol asociativo, buen trato a la pelota y presión adelantada— es similar a la de España, y esto en el cuerpo a cuerpo les perjudica.

La razón es bien sencilla: porque la ponen en escena con futbolistas de mucha menos calidad. Por otro lado, la defensa del equipo de Moriyasu no está dando precisamente una imagen de solidez. Todo lo contrario. Cuando su rival le empuja, y España lo hará desde el principio, parece la casa de paja del cuento de Los Tres Cerditos. Una España en versión sinfónica, como ante Costa Rica, la haría salir volando.

Este tercer partido de la fase de grupos podía haber sido un trámite para que el seleccionador diera minutos a los internacionales que han jugado muy poco, como Soler y Koke, o no han intervenido hasta ahora: los dos porteros suplentes, Eric García, Pau Torres, Guillamón, Llorente, Ansu Fati, Sarabia y Yéremy Pino. La obligación de clasificarse, sin embargo, impide al seleccionador hacer una revolución en el once. Como mucho, la idea es que haga algún que otro retoque que no afecte a la estabilidad del equipo.

Es probable que Busquets, que carga con una tarjeta amarilla y con una segunda se perdería los octavos, descanse por precaución. En ese caso, Rodri ocuparía su puesto y Eric García o Pau Torres serían los acompañantes de Laporte en el centro de la defensa. También en los laterales podía haber movimientos con Azpilicueta y Balde y arriba queda la duda de si Morata será titular o España continuará con un falso nueve.