El autor de la matanza del hostal de Vilaboa en 1997, en semilibertad muy restringida

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

VILABOA

José Manuel Rodríguez Lamas, El Pulpo, acabó con la vida de cuatro personas. Ahora puede salir un día a la semana del CIS de Vigo para buscar trabajo

27 ene 2023 . Actualizado a las 12:47 h.

Tal día como hoy pero de hace de 26 años, José Manuel Rodríguez Lamas, El Pulpo, acabó con la vida de cuatro personas en Paredes, en el municipio de Vilaboa. Sentenciado a 125 años de cárcel, el pistolero disfruta ya desde el pasado diciembre del tercer grado restringido en el Centro de Inserción Social (CIS) Carmen Avendaño de Vigo debido a que el Código Penal vigente en el momento de los hechos establecía un máximo de veinticinco años de privación de libertad. De este modo, en principio, puede salir a la calle durante un día para buscar trabajo, pero debe regresar al CIS para pasar la noche.

La matanza de aquel enero de 1997, al parecer, tuvo como prolegómeno una discusión que El Pulpo habría mantenido con la primera de sus víctimas, Roberto Iglesias Domínguez, en el hostal La Ría, de Vilaboa. Entonces disparó contra quien era considerado su compinche, pero falló el tiro. 

No ocurriría lo mismo apenas unas horas más tarde cuando, de nuevo en el marco de una discusión, efectuó sendos disparos contra Roberto Iglesias y, acto seguido, obligó a punta de pistola a Jesús Brea y a José Manuel Pazos Torres a acuchillar el cuerpo, aparentemente, ya sin vida. Las crónicas de entonces y del posterior juicio desvelan que, para evitarse chivatazos, Rodríguez Lamas se hizo con los datos personales de ambos, así como de los de sus familias.

Un misterio durante ocho años

Acto seguido, se deshizo del cuerpo. Durante años su ubicación fue un misterio y, de hecho, la Audiencia de Pontevedra condenó a Rodríguez Lamas sin haberlo localizado. Fue en febrero del 2005 que la Justicia pudo dar definitivamente carpetazo a esta incógnita después de que el propio pistolero, desde prisión, revelase a la Policía Nacional donde se encontraba el cadáver, un pozo de Ponteareas en el que solo quedaban los huesos y efectos personales de Iglesias Domínguez.

Pozo de Ponteareas donde estaba el cadáver de la primera víctima de El Pulpo
Pozo de Ponteareas donde estaba el cadáver de la primera víctima de El Pulpo Álvaro Penas

Horas después de aquel primer crimen, en la noche del 26 al 27 de enero, el por entonces taxista vigués se reunió con los testigos del asesinato en una habitación del hostal para saber si mantendrían silencio sobre lo ocurrido o no y donde casualmente había otras personas. «¿Tú qué miras?», preguntó a Eugenio Riobó. «¡Yo no tengo nada que ver!», gritó este tratando de levantase de una butaca. Por toda respuesta recibió un disparo en la cabeza.

Acto seguido, El Pulpo, de sendos tiros en la cabeza, asesinó al matrimonio conformado por Jesús Brea y Mercedes Castaño. También habría herido a Alberto Piñeiro, quien, a pesar de ello, salvó la vida, mientras que Marcial Magdalena se libró de la muerte al encerrarse en un armario.

Presumió de que era un profesional

El Pulpo, según recoge la sentencia de la Audiencia de Pontevedra, no dudó en presumir «de que era un profesional pues le había bastado un disparo para cada persona». Eso sí, se lamentaba de que uno se le hubiera escapado con vida.

A este cuádruple crimen siguió, días más tarde, una detención más propia de película. Así, tras identificarlo en las proximidades de Peinador, se inició un seguimiento del sospechoso que culminó en un estrecho callejón del barrio vigués de Cabral. Los coches patrulla cortaron los accesos y los agentes se apostaron hasta el momento de poder actuar.

A un «¡alto, policía» le siguió un intercambio de disparos que se extendió durante tres largos minutos. Uno de los agentes recibió en la nalga derecha el impacto de una bala rebotada.

En el momento que Rodríguez Lamas se quedó sin munición se dirigió con un «¡por favor, matadme! ¡Matadme!» a los policías. Fue reducido y detenido.

Un cuarto de siglo entre rejas

Con 55 años, ya cumplió en febrero del 2022 un cuarto de siglo entre rejas, pero aún tenía deudas pendientes con la Justicia que le impidieron acogerse entonces al tercer grado penitenciario, algo que sí se produjo este diciembre. Aunque ya disfrutó de permisos penitenciarios en el pasado, las fuentes consultadas precisaron que se trata de un tercer grado restringido. En estos casos, es habitual que se permita salir dos mañanas a la semana para que los reos busquen trabajo, si bien en el caso concreto de El Pulpo se ha acordado unir este período de tiempo y permitirle permanecer fuera del CIS toda una jornada diurna, esto es, mañana y tarde.

En este sentido, la propia normativa penitenciaria, en su artículo 82.1, establece que «en los casos de penados clasificados en tercer grado con una peculiar trayectoria delictiva, personalidad anómala o condiciones personales diversas, así como cuando exista imposibilidad de desempeñar un trabajo en el exterior o lo aconseje su tratamiento penitenciario, la junta de tratamiento podrá establecer la modalidad de vida en régimen abierto adecuada para estos internos y restringir las salidas al exterior, estableciendo las condiciones, controles y medios de tutela que se deban observar, en su caso, durante las mismas».

Se estima que habrá terminado de cumplir toda sus penas pendientes a principios del 2024.