Año dorado para la almeja de la ría

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

VILABOA

maria hermida

Las cotizaciones del bivalvo en lonja en lo que va de ejercicio son las mejores del último lustro, así que «non hai queixa»

26 oct 2018 . Actualizado a las 05:05 h.

Quejarse es un verbo fácil de conjugar. Además, hay lugares donde las personas son especialmente proclives al lamento. Ocurre a veces con el sector del mar, que siempre ve el vaso medio vacío cuando se trata de hablar de producción y precios. Así que muy bien tienen que estar yendo las cosas en cuanto a las cotizaciones para que las propias cofradías del fondo de la ría de Pontevedra, al igual que la de Vilaboa, entonen esa frase tan gallega de «non hai queixa». Efectivamente, no la hay. ¿Por qué? Porque los precios de la almeja este año están siendo realmente buenos en la lonja de Campelo. O, al menos, están siendo las mejores del último lustro en todas las especies, da igual que sea babosa, que japónica o fina.

Da igual que especie se mire. Pero pongamos el ejemplo de la almeja japónica. Pescadegalicia, el portal autonómico en el que se recogen las cotizaciones del marisco, señala que desde enero hasta principios de octubre la japónica se pagó a un precio medio de 8,64 euros en la rula de Campelo. Además, se extrajeron en esos meses 427.665 kilogramos. Las cifras mejoran bastante a las del año anterior, cuando entre esas mismas fechas el precio medio se situaba en 7,56 euros y, encima, se habían capturado solamente 281.000 kilogramos.

Estos meses dejaron también cotizaciones máximas dignas de mención. Por ejemplo, la almeja fina llegó a los 55 euros el kilo en lonja, mientras que la babosa alcanzó los 25 y la japónica subió hasta los 16,20 euros. Cierto es que ahora mismo los precios están mucho más moderados -de hecho el marisqueo a flote adelantó su paro biológico tradicional en cuanto empezaron a bajar- pero no hay que olvidarse de que hasta hace poco octubre era un mes rematadamente malo para el sector porque abría la campaña en sitios como Noia y se producía una sobreoferta.

Dos millones de euros más

La subida de precios y capturas de almeja tiene un efecto inmediato en la facturación de la lonja de Campelo, de cuyos ingresos viven centenares de mariscadores pontevedreses. Las cifras hablan por sí solas. Desde el 1 e enero al 1 de octubre de este año se facturaron 5,2 millones de euros. El año pasado fueron 3,2, y eso que ya había sido un ejercicio bastante bueno. Hace solo un lustro, en el mismo período, se facturaron 1,8 millones. De ahí que los patrones mayores, tanto del fondo de la ría como de sitios como Vilaboa estén contentos.

«¿Cómo no van a estar los precios algo altos si el marisco es buenísimo?», dicen en la plaza

Lo que para los mariscadores es bueno, es decir, que los precios de la almeja sean altos, no resulta tan beneficioso para quienes tienen que vendérselo al consumidor, es decir, las placeras. Aún así, ayer en el mercado pontevedrés no faltaba quien se alegrase de que las cosas le vayan bien al sector marisquero y reflexionase en voz alta: «¿Cómo no van a estar los precios algo altos si el marisco es buenísimo? Este año tanto la almeja como el mejillón como el berberecho están gordísimos y salen de maravilla», explicaba Andrea Silva, de Pescados Elisa. Hablaba así mientras mostraba unos ejemplares bien grandes de almeja babosa, que tenía a la venta a 19 euros el kilo, «un precio alto para esta época».

¿Realmente hay clientes para esos precios? Silva señala que buena parte de los clientes optan por llevar almeja japónica, sobre todo si su destino va a ser acompañar un arroz, unos fideos o unas habas. Pero indicaba que «quienes quieren hacerlas a la marinera y aprecian la almeja sí se acaban llevando la babosa».

Algo similar contaba otra placera. Decía que no es lo habitual vender babosa «sobre todo tal e como foi este ano» pero indicaba también que «os que a levan quedan encantados co sabor».

Los motivos

Ni mariscadores ni placeras tienen claros al 100 % los motivos por los que este año fueron tan bien las cosas para la almeja. Eso sí, apuntan a que entró menos marisco de otros países o que algunas rías gallegas vivieron episodios de toxina largos.