La guardiana de las lechuzas

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

VILABOA

Carlota Veiga, en las Salinas do Ulló, es una de las voluntarias del programa Noctua.
Carlota Veiga, en las Salinas do Ulló, es una de las voluntarias del programa Noctua. ramón leiro< / span>

Los voluntarios prestan sus ojos y oídos para un censo de aves nocturnas de la SEO /Birdlife

06 dic 2015 . Actualizado a las 09:06 h.

Son animales de leyenda. Están por todas partes en el imaginario cultural de Galicia y durante siglos se les atribuyeron poderes mágicos, e incluso malignos. Aparecen desde el conjuro de la queimada -«mouchos, coruxas, sapos e bruxas»- hasta las historias de miedo para niños. El sonido de una rapaz nocturna en medio de las ramas de los árboles es común, muchas veces pasa inadvertido. Y sin embargo, ¿qué saben la mayoría de los vecinos sobre estas aves? Normalmente poco. El programa Noctua, de la Sociedad Española de Ornitología (SEO /Birdlife), trata de cubrir ese vacío, empezando por lo más básico: ¿Cuántas hay?

Apoyada en el muro de las Salinas do Ulló, en Paredes (Vilaboa), Carlota Veiga, vecina de Arcade, es una de las voluntarias que prestan sus oídos y sus ojos a la SEO para un estudio sobre la cifra de ejemplares en la comarca y también qué especies existen.

Con un mapa, donde se apunta una cuadrícula de diez por diez kilómetros y con tres puntos de observación marcados -Vilaboa, Soutomaior y Fornelos-, Veiga inicia su investigación apoyándose en una linterna, que apaga durante los diez minutos de audición. Usa también un boli y unos prismáticos. «Vamos a los puntos escogidos después de que anochezca, cuando aún no es oscuro del todo».

El gran público no suele conocer la diferencia entre los sonidos de estos animales. Veiga insiste en que es fácil, al menos una vez que uno se acostumbra. «La SEO nos facilita un cedé con el que aprender los cantos de cada especie». ¿Se distinguen bien? Esta voluntaria dice que sí: «El búho suena de una forma y la lechuza de otra totalmente diferente, es fácil».

Carlota Veiga se mimetiza con el medio natural. No habla, el móvil está apagado y tampoco se mueve. Todo para no alterar la actividad cotidiana de las aves rapaces. «Intentas causar las menos molestias posibles, te dedicas a escuchar y a ver, y anotas las aves que descubres», relata. Los avistamientos son raros, las rapaces dependen de su sigilo y por eso se ocultan en los árboles de la ensenada. Eso sí, sus sonidos rompen el silencio de la noche y entonces cada una queda registrada en su ficha. «Si un ave canta todo el tiempo, entonces solo haces un registro, tienes que conocer bien los sonidos, porque la mayoría de las veces no las ves, solo las escuchas». En estas salinas, la especie más común son los cárabos.

En la ficha se anotará la temperatura, si hace viento, la fase de la luna, si llueve y otros datos del día. Diez minutos después, Veiga levanta el campamento hasta su próximo punto de observación y así varias veces durante la campaña. Sus datos serán un granito más en el informe anual que se hace desde este mes en toda España.