El monarca, al que no le gusta que le llamen emérito, se subió este viernes al Bribón tras cenar el jueves en el restaurante Culler de Pau
24 nov 2023 . Actualizado a las 19:58 h.Cinco días lleva ya Juan Carlos I en Sanxenxo y, aunque sus viajes tienen como objetivo principal salir al mar, el rey emérito no se subió al barco, a su mítico Bribón, hasta pasada las 13.00 horas de este viernes. Lo hizo con la complicidad del sol que aprieta estos días en las Rías Baixas y acompañado de la infanta Elena que, como es ya tradición, viajó a Galicia para compartir tiempo con su progenitor. De esta forma, el rey navegó a bordo del Bribón, acompañado de su anfitrión e inseparable amigo Pedro Campos, y ella se subió a otra embarcación llamada Erika después de compartir charla con el personal del club náutico y tomarse un plátano en el pantalán.
El rey llegó el lunes a Sanxenxo y ni ese día ni el martes ni el miércoles salió de casa de su anfitrión, ubicada a tiro de piedra de la playa de Nanín. Permaneció en este chalé rodeado de amigos y familia. Le visitaron Paco Vázquez, Telmo Martín y toda la familia de su hermana Margarita, con ella a la cabeza. Llamó la atención que no saliese al mar ni siquiera el miércoles, cuando sí lo hizo la infanta Margarita, de 84 años y con movilidad reducida ya que en el viaje anterior sí se subieron juntos a una embarcación para disfrutar del mar, una pasión que al parecer comparten desde niños gracias a que se la inculcó su padre, don Juan de Borbón.
Hasta este viernes, cuando ya salió a navegar, la única excepción que hizo a su encierro en la casa de Pedro Campos tuvo lugar el jueves por la noche. Sobre las 21.30 horas, el rey salió de casa en el coche de Campos rodeado de una gran expectación mediática. De hecho, el personal de seguridad trató de impedir que les siguiesen. Se desplazaron hasta O Grove para cenar. Lo hicieron en el restaurante Culler de Pau, el templo gastronómico del chef Javier Olleros, que tiene dos Estrellas Michelín. Allí, el rey compartió mesa con su hermana Margarita y con toda la familia de esta, desde su esposo Carlos Zurita a la hija de ambos, María Zurita. Al parecer, los Borbón quedaron encantados con el menú que les ofrecieron, con marcado acento gallego.
La velada no debió prolongarse mucho porque este viernes la familia del rey madrugó. La infanta Margarita y los suyos dejaron temprano el hotel de Sanxenxo donde se hospedaban y acudieron a la casa de Campos para compartir más tiempo con Juan Carlos I. Ahí coincidieron ya también con la infanta Elena.
Poco antes de la una de la tarde, el rey Juan Carlos I y la infanta Elena salieron del chalé de Nanín para acudir al muelle deportivo y embarcar. Aunque la falta de viento era evidente, el Bribón y la Erica partieron hacia el mar con el monarca y su hija y no regresaron hasta casi las cuatro de la tarde. A bordo llevaban bocadillos, patatas fritas y aceitunas para tomar un tentempié. Tras desembarcar, el rey emérito se subió al coche de Pedro Campos y abandonó el muelle deportivo. La infanta Elena, sin embargo, se quedó en el espigón. Primero ayudó a plegar la vela de la embarcación en la que había navegado y, posteriormente, se desplazó a pie hasta la taberna del club náutico, donde comió junto a otras personas con las que había compartido navegación. Se le vio relajada pero, aunque saludó a los medios de comunicación, esquivó cualquier pregunta.
Mañana, sábado, se prevé que padre e hija compitan en la regata Desafío Barceló, una prueba que se prolongará todo el fin de semana. Ya por la noche compartirán mesa y mantel en el club náutico con los participantes en la regata. Cenarán un menú valorado en 35 euros en el que hay unos entrantes compuestos por marineras con sardina ahumada, mejillones con marinera de bogavante y almeja babosa a la sartén. Posteriormente, tomarán merluza de Celeiro a baja temperatura con cremoso de patata y de postre una tarta elaborada con quesos gallegos. No será una velada larga, porque al día siguiente toca volver a competir en el mar. Pero sí se espera que resulte muy agradable para el monarca, dado que el mundo de la vela es su gran pasión y, además, en Sanxenxo tiene ya un círculo de amigos de confianza. Aunque Pedro Campos es el principal, hay algunas más personas con la que mantiene una estrecha relación. Algunas de ellas dan cuenta de algunas de sus peculiaridades, como que se preocupa mucho de cómo queda su hijo, el rey Felipe VI, cuando compite en vela. O que no le gusta nada que le pongan el calificativo de emérito. De hecho, es una palabra que los suyos no suelen utilizar para referirse a él.