Sanxenxo, la conexión entre el rey emérito y la aristócrata que niega ser su hija secreta

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

SANXENXO

Alejandra de Rojas junto a su madre, Charo Palacios, que le inculcó el amor por los veranos de Sanxenxo, en una imagen del año 2002.
Alejandra de Rojas junto a su madre, Charo Palacios, que le inculcó el amor por los veranos de Sanxenxo, en una imagen del año 2002.

Alejandra y su madre, la fallecida condesa de Montarco, veranearon siempre en Punta Palacios,  muy cerca del chalé en el que ahora se instala Juan Carlos I

03 may 2023 . Actualizado a las 12:42 h.

Sanxenxo como medida de todas las cosas. Ese podría ser un buen resumen de lo que ocurre últimamente con los asuntos más delicados de la aristocracia española. Abril transitó en la villa turística gallega por excelencia con decenas de periodistas desperdigados por la localidad en busca de la mejor foto y de las declaraciones que nunca llegaron de Juan Carlos I, que abandonó su exilio asiático para volver a las Rías Baixas. Todavía con la visita del monarca coleando en el ambiente, Sanxenxo vuelve a estar en el centro. ¿Por qué? Existe una íntima relación entre la villa, la misma que el emérito elige como refugio, y Alejandra de Rojas, la aristócrata que niega tajantemente ser la hija secreta de Juan Carlos I después de que una investigación de los periodistas José María Olmo y David Fernández la señalasen como tal pese a no ponerle nombre y apellidos a esa supuesta cuarta descendiente del rey.

Ella, a la que habitualmente le encanta hablar de su conexión con las Rías Baixas, rechaza ahora hacerlo porque asegura que «está en shock» tras haberse convertido en epicentro del supuesto escándalo real. ¿Quién es Alejandra de Rojas y de dónde le viene su relación con Sanxenxo? Alejandra es hija de Charo Palacios, la emblemática condesa de Montarco, y de Eduardo de Rojas, conde de Montarco y cofundador de la Falange, ambos ya fallecidos.

Cuando nació Alejandra, la pequeña de un matrimonio al que el conde llegó en segundas nupcias y tras haber tenido otros cinco hijos con su primera mujer, su madre ya era un personaje imprescindible y emblemático en los veranos de Sanxenxo. Ella, Charo Palacios, musa del modisto Benhayer y genio y figura andante, había llegado a la localidad a los ocho años, cuando su padre, el prestigioso físico Julio Palacios, le echó el ojo a una extensa finca con caída al mar, en Punta Palacios. Charo, que aprendió a pescar al curricán en aquel pueblo marinero que era entonces Sanxenxo, ya nunca más abandonó las Rías Baixas, ni de niña, ni de joven ni tampoco cuando se casó con el conde y tuvo a sus dos hijos, Julio y Alejandra.

Ella y el conde levantaron una casa en Punta Palacios y la condesa le inculcó a Alejandra el amor que ella sentía por los veranos sanxenxinos, esos en los que no dejaba de recibir invitados en su chalé, que se abre al mar a través de unas rocas en un enclave idílico de la ría de Pontevedra. Alejandra, nacida en el año 1979, tenía 15 años cuando a su madre la nombraron «lady verano» en Sanxenxo, inaugurando una tradición tras haber sigo elegida también en su momento como la primera reina de las fiestas. Corría entonces 1994 y la condesa llevaba ya 45 años veraneando en la villa. A Palacios le impusieron la cinta de «lady verano» en un acto con un centenar de personas en la mítica discoteca Zoo y ahí estaba la adolescente Alejandra acompañando a su progenitora

La fallecida condesa de Montarco, Charo Palacios, en el jardín de su casa de Sanxenxo en el año 2009.
La fallecida condesa de Montarco, Charo Palacios, en el jardín de su casa de Sanxenxo en el año 2009. MÓNICA FERREIRÓS

Esa misma estampa, la de madre e hija en Sanxenxo, se siguió repitiendo verano tras verano. Eso sí, la condesa, que salía a comprar pescado y a pasear por la villa como una turista más, señalaba a mediados de los noventa que a Alejandra, que todavía no era mayor de edad, le tocaba disfrutar de Sanxenxo de día y solo muy puntualmente de la potente movida nocturna veraniega de la localidad. «La noche no es igual que el día y, como a todas las madres, me da horror que la niña encuentre por ahí a algún sinvergüenza», indicaba Charo en una entrevista en La Voz de Galicia

Fue pasando el tiempo y, en el 2009, cuando el nombre de Alejandra de Rojas empezó a sonar en las revistas del corazón porque la joven estaba saliendo con Luis Medina, hijo de Naty Abascal y del malogrado duque de Feria. Entonces, su madre, que durante años fue considerada por las revistas del corazón una de las mujeres más elegantes de España, señalaba desde Sanxenxo: «Ahora la prensa rosa sigue más a mi hija Alejandra que a mí por ser más guapa y más joven». 

Tanto el conde como la condesa de Montarco fallecieron antes de que Alejandra de Rojas se casase con Beltrán Cavero, músico, aristócrata, sobrino nieto del poeta Jaime Gil de Biedma y sobrino de Esperanza Aguirre, en una boda en Toledo que reunió a toda la jet set. Tampoco pudieron conocer los condes, por tanto, al hijo que Alejandra tuvo con su esposo en el año 2019.

¿Qué se sabe de la relación de la madre de Alejandra, de la condesa de Montarco, con la familia real y especialmente con Juan Carlos I, que casualmente ahora se refugia cuando viene a Sanxenxo en el chalé de su amigo Pedro Campos, cercano a la emblemática casa de verano de Charo Palacios? Lo cierto es que ambos se movieron en el mismo círculo desde siempre. Charo Palacios, nacida en Portugal, veraneaba en Estoril, donde vivía la exiliada familia real y el propio Juan Carlos I. El padre de la condesa de Montarco, además, fue preceptor del rey emérito. Y Charo fue íntima toda su vida de Margarita de Borbón, hermana del emérito. Sus vínculos con la familia real alcanzaron también enseguida a su hija Alejandra, que iba a los cumpleaños del príncipe Felipe a Zarzuela y que en su boda contó con la presencia de distintos miembros de la realeza española. Por si con todo ello fuese poco, Alejandra también es prima de María Palacios, casada con el conde Lequio. Si esa evidente relación entre el monarca emérito y Charo Palacios fue más allá es algo que él niega tajantemente en un comunicado en el que, quizás para zanjar especulaciones, sí le pone nombre y apellido a la persona con la que la investigación periodística apunta que tuvo una relación amorosa que dio como fruto una hija secreta. 

Habrá que ver cómo se van desarrollando los acontecimientos. Es posible que, conforme se acerque el verano, Alejandra de Rojas, que presume en las redes de que una de sus playas favoritas es A Lanzada, se deje caer por Galicia. No en vano, en un reportaje publicado hace un par de años por la revista Hola, donde es habitual que escriba en una sección de decoración llamada Living, contaba que en la isla de A Toxa hay una capilla hecha de conchas donde hay quien escribe su nombre con rotulador porque se supone que eso garantiza que volverá siempre a Galicia. Y ella plasmaba el suyo todos los veranos.