La lluvia empaña el regreso a medio gas de las terrazas en Sanxenxo

Marcos Gago Otero
Marcos Gago SANXENXO / LA VOZ

SANXENXO

Ramón Leiro

Una mañana de chubascos se lo puso difícil a los clientes que querían tomar un café en los escasos locales abiertos

04 dic 2020 . Actualizado a las 16:46 h.

El viernes amaneció sombrío esta mañana en Sanxenxo, en la primera jornada donde la hostelería pudo, por fin, abrir, aunque fuese a medio gas y solo en terrazas. Los negros nubarrones, amenazantes, se transformaron por momentos en lluvia a raudales, que contribuyó a deslucir todavía más el escaso regreso de las terrazas. Los clientes más fieles, sin embargo, apenas dudaron, aunque el mal tiempo se lo puso difícil.

Pocos locales levantaron las rejas y colocaron mesas y sillas en la calle. La Xunta autoriza en Sanxenxo la apertura de la hostelería con una ocupación máxima de la mitad de sus mesas de terraza. En el interior sigue la prohibición. Esa circunstancia, por sí sola, ya desanimó a muchos locales a abrir. Y si para colmo llueve a cántaros como esta mañana peor todavía. Solo pudieron volver a una tímida apariencia de normalidad aquellos locales que dispusiesen de un toldo lo suficientemente grande como para dar cabida a los clientes y es un hecho que ni siquiera todos los que hipotéticamente podrían beneficiarse de estas cubiertas decidieron servir cafés. Frío, lluvia y un viento inmisericorde golpearon con gusto a los valientes que llevaban semanas esperando regresar a las tertulias. Hoy todo apelaba a algo caliente. No hubo muchos, pero se sirvieron más cafés que cañas.

En la calle Augusto González Besada, principal acceso al puerto de Sanxenxo, solo dos locales atendieron a clientes en los exiguos metros cuadrados tapados por sus toldos. Paloma es uno de los clientes que logró un codiciado puesto en una silla a resguardo de la lluvia. En su caso, resaltó que sí había ganas de tomar algo al aire libre. No tuvo ningún reparo en acercarse hasta allí. "No tuve dudas porque creo que los contagios no se están dando en la hostelería», resalta. Sobre la mesa, una taza de café con leche. "El día no da para más", indica mientras la lluvia volvía a hacer acto de presencia. Alguna que otra persona se dejaba ver por la calle de vez en cuando y esta mañana en Sanxenxo pocas cosas se cotizaban más que una mesa resguardada en una terraza. Era irse unos para entrar otros. Eso sí, como son tan pocas las plazas, no llegó a haber nunca ninguna acumulación de personas. 

En el paseo de Silgar, el ruido del mar rompiendo en la playa se sentía con fuerza. Muy pocos coches hacían a la una de la tarde el trayecto por el frente marítimo. La mayor parte de los locales, como en el resto de la localidad, tenían las rejas bajadas. Una de las pocas excepciones era el Gran Suqui, donde Fran lamentaba que había atendido a poca gente en esta primera jornada de terrazas a medio gas. Silgar no era el lugar más apacible para sentarse, pero de vez en cuando se dejaron ver algunos. A la una de la tarde, las dos mesas de la terraza estaban vacías. Preguntado por la clientela, Fran se mostró más pesimista. «No sé si es por el tiempo o por otra cosa, pero el trabajo está siendo muy poquito». Este hostelero cree que su sector no es el responsable de la proliferación del covid en la comarca y no comparte las medidas aplicadas en la hostelería por las autoridades: «Pienso que los bares no son un problema sino la solución. Somos los únicos que cumplimos las normas de distanciamiento y desinfección», afirma. 

En el resto de la localidad, apenas había más establecimientos abiertos, aparte de los contados que ofrecían el servicio de recogida. Y esta imagen desoladora de rejas bajadas y puertas cerradas se repetía también en Portonovo, la otra gran referencia turística de la comarca.